APOLOGIA DE LA DEFLACIÓN (1/5)

El Economista Diario

Escasez: no todo alcanza para todos, menos en las cantidades que cada uno quisiera, y mucho menos gratis. ¿Cómo minimizarla, en el entendido de que nunca viviremos en un mundo de abundancia, donde todo alcance para todos, en las cantidades que cada uno quiera, y mucho menos gratis? Por el lado de la oferta se requiere de la mayor producción posible, ofrecida al menor precio posible. Por el lado de la demanda se necesita que los consumidores generen el mayor ingreso posible. Por el lado del dinero conviene que el mismo aumente su poder adquisitivo, que con la misma cantidad, al paso del tiempo, se compre la misma cantidad de los mismos bienes y servicios.
A esto último se le llama deflación, fenómeno monetario que ha inquietado a más de un economista, por considerar que la misma genera más males que la inflación, que la pérdida del poder adquisitivo del dinero, que el hecho de que, al paso del tiempo, se necesite una mayor cantidad de dinero para comprar la misma cantidad de los mismos bienes y servicios. Por ello proponen que el objetivo de la política monetaria sea que el dinero preserve su poder adquisitivo, como sucede en México. Leemos, en el artículo 2o de la Ley del Banco de México, que el mismo “tendrá por finalidad proveer a la economía del país de moneda nacional”, y que “en la consecución de esta finalidad tendrá como objetivo prioritario procurar la estabilidad del poder adquisitivo de dicha moneda”, es decir, preservar el poder adquisitivo del peso, lo cual quiere decir que, al paso el tiempo, con la misma cantidad de dinero, se compre la misma cantidad de los mismos bienes y servicios, finalidad que el banco central no ha conseguido: entre 2001 y 2016 se registró en el país una inflación, promedio anual, de 4.30 por ciento, 90.53 por ciento acumulada.
¿Realmente es mala la deflación? Depende, ya que hay una mala, que hay que evitar, y otra buena, que hay que permitir.
Continuará.
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