ARANCELES, IMPUESTOS SIN LEY

PESOS Y CONTRAPESOS

Tres son los poderes del gobierno: el poder para obligar, el poder para prohibir, y el poder para castigar a quien no cumpla la obligación o incumpla la prohibición. De los tres poderes el más importante es, en términos generales, el poder para obligar y, en particular, el poder para obligar a los ciudadanos a entregarle parte del producto de su trabajo, es decir, a pagar impuestos. Gobierno que no puede cobrar impuestos tarde o temprano deja de existir.
El principal poder del gobierno es el poder para cobrar impuestos, para obligar a los ciudadanos a entregarle parte del producto de su trabajo, poder que en manos poco escrupulosas, como por lo general son las de los gobernantes, degenera en arbitrario, lo cual da como resultado que se cobren más impuestos de los que deberían cobrarse, lo cual sucede cuando el gobierno realiza más tareas de las que legítimamente le corresponden, tal y como pasa cuando, además de gobierno, pretende ser desde ángel de la guarda, y preservarnos de todos los males, hasta hada madrina, y concedernos todos los bienes, pretensión que se ve claramente durante las campañas electorales. Queda claro, por lo que prometen, que los candidatos pretenden ser, además de gobierno, ángeles de la guarda y hadas madrinas, para lo cual necesitan gastar más, para lo cual deben recaudar más, ya sea aumentando las tasas de los impuestos que ya se cobran, y/o creando nuevos impuestos, y/o ampliando la base de contribuyentes, todo lo cual es propuesto por el Poder Ejecutivo y aprobado por el Poder Legislativo. En México cada impuesto tiene su ley, por ejemplo, la Ley del Impuesto sobre la Renta, o la Ley del Impuesto al Valor Agregado, o la Ley del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios.




Sin embargo, hay impuestos que el Poder Ejecutivo puede imponer sin necesidad de la aprobación del Poder Legislativo, tal y como es el caso de los aranceles, impuestos con los que el gobierno grava el comercio exterior, sobre todo las importaciones. Lo acabamos de ver: sin la necesidad de la aprobación del Poder Legislativo, el Poder Ejecutivo impuso aranceles a varios productos importados desde los Estados Unidos, aranceles que van desde el 5 hasta el 25 por ciento, y que paga, no el exportador estadounidense, sí el importador y el consumidor mexicanos.
El arancel es un impuesto, sobre todo si por tal entendemos cualquier pago al cual el gobierno obliga al ciudadano. Lo mínimo que los ciudadanos debemos exigir es que el impuesto, ¡cualquiera que sea!, no sea impuesto unilateralmente por el Poder Ejecutivo, sin la aprobación del Legislativo, quien debe actuar como contrapeso de aquel, para evitar que aquel se sirva, a la hora de cobrar impuestos, con la cuchara grande. En el caso de los aranceles esto no sucede. De entrada no hay una Ley de los Aranceles ¿Es correcto?
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