Banco de México, AMLO y el peligro para México

Lea el artículo anterior. La crisis existencial de la Unión Europea, según George Soros
Esta semana el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) hizo una propuesta, sobre la que algunos analistas como Isaac Katz, Sergio Negrete y un servidor, entre otros, hemos insistido durante algún tiempo: darle plena autonomía al Banco de México (Banxico).
Con frecuencia se piensa que esa autonomía –que ya existe–, es plena y, por tanto, no hay peligro alguno –más allá de la influencia y presión políticas– de que desde el gobierno se le dicten las medidas que debe adoptar en materia económica.
Sin embargo, la misma Ley del Banxico es muy clara. Transcribo completos sus artículos 18 y 21:
Art. 18 El Banco de México contará con una reserva de activos internacionales, que tendrá por objeto coadyuvar a la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional mediante la compensación de desequilibrios entre los ingresos y egresos de divisas del país.
Art. 21 El Banco de México deberá actuar en materia cambiaria de acuerdo con las directrices que determine una Comisión de Cambios, que estará integrada por el Secretario y el Subsecretario de Hacienda y Crédito Público, otro subsecretario de dicha Dependencia que designe el Titular de ésta, el Gobernador del Banco y dos miembros de la Junta de Gobierno, que el propio Gobernador designe. Los integrantes de la Comisión no tendrán suplentes.
Las sesiones de la Comisión serán presididas por el Secretario de Hacienda y Crédito Público, en su ausencia, por el Gobernador y, en ausencia de ambos, por el subsecretario que designe el Titular de la citada Secretaría. Quien presida la sesión tendrá voto de calidad en caso de empate.
La Comisión podrá reunirse en todo tiempo a solicitud del Secretario de Hacienda y Crédito Público o del Gobernador; sus sesiones deberán celebrarse con la asistencia de por lo menos tres de sus miembros, siempre que tanto dicha Secretaría como el Banco de México se encuentren representados. Las resoluciones de la Comisión se tomarán por mayoría de votos, siendo necesario en todo caso el voto favorable de por lo menos uno de los representantes de la citada Secretaría.
El Gobernador informará a la Junta de Gobierno sobre dichas resoluciones.




El secretario de la Junta de Gobierno y su suplente lo serán también de la Comisión de Cambios.
Como puede verse, las resoluciones de dicha Comisión de Cambios se toman por mayoría de votos de sus integrantes, pero quien preside sus sesiones tiene además voto de calidad en caso de empate, y es indispensable que siempre un representante de Hacienda vote a favor.
Así que, contrario a la creencia común, Banxico no es autónomo en lo que respecta al tipo de cambio y a la administración de las reservas internacionales. Legalmente esos activos son del instituto central, pero no puede decidir sobre ellos con libertad para cumplir su objetivo prioritario de procurar la estabilidad del poder adquisitivo de nuestra moneda.
Es el gobierno en turno el que todavía lleva la voz de mando en Banxico, y eso siempre es riesgoso, más aún con un posible gobierno populista en puerta. A la mesa de la autonomía le falta la pata más importante.
Por eso, qué bueno que ahora el IMEF insista en el tema de desaparecer la Comisión de Cambios, pues no hay duda de que esto ayudaría a asegurar que el precio del dólar se mantuviera libre en todo momento, y que las reservas de divisas se administraran de mejor forma.
Para decirlo claro: todavía es posible intentar ‘defender al peso como perro’, si al gobierno se le da la gana, una batalla que el 100% de las veces se pierde, pues nadie tiene más dinero que todo el mercado. El tipo de cambio es como un ‘termómetro’ que debe reflejar las condiciones de oferta y demanda de dólares, y no debe ser nunca un precio controlado ni decidido políticamente.
Cuando esto se intenta, los resultados son catastróficos: se genera incertidumbre, mercados negros, escasez de divisas, inflación descontrolada, etc.
En México se hizo en el pasado y hoy en día se sigue intentando en países como Venezuela e Irán, con los resultados desastrosos para la economía que todos conocemos.
La mala noticia es que como las sesiones ordinarias del Congreso ya concluyeron, y éste no es un tema prioritario para nuestros legisladores salientes, el sueño de la autonomía plena para Banxico se quedará en eso. Puede apostar que un eventual gobierno de López Obrador tampoco le hará algún cambio.
Los vientos políticos presagian tormenta en el horizonte económico para México. Hay que tomar previsiones en el portafolio de inversión.
Lea completo este artículo suscribiéndose GRATIS a mi boletín aquí