En esta elección, en cada lugar donde se vote podemos prever que ganará “el menos peor”, no el mejor.
Esta es una campaña sin propuestas. No tiene por lo menos, como era antes, promesas que no se cumplían. Debemos reconocer que en el modo de hacer política electoral de antes, las campañas eran propositivas.
En contraste, hoy lo que vemos es una lucha por desgastar al contrario utilizando lo que pomposamente se llaman “campañas de contraste”, para exhibir las debilidades, errores o acciones reprobables de los competidores. Esto nos habla de una democracia pobre y convertida en un muladar.
Los debates ya no son una plataforma para exhibir masivamente proyectos, visión de futuro o simplemente buenos deseos. Son una oportunidad para ridiculizar, atacar, sembrar rumores y denunciar.
El debate del EDOMEX resultó ser una lucha caracterizada por las descalificaciones de corrupción de unos a otros.
Por otra parte, el escándalo de la diputada Eva Cadena, quien fue grabada en video recibiendo dinero de procedencia desconocida para Andrés Manuel, muestra que la chamaquearon, pues le pusieron un anzuelo y ella se enganchó. Le faltó malicia. Pero a final de cuentas, chamaqueada o nó, cometió un delito electoral y por lo menos una falta administrativa.
Este caso, nos habla de estrategias bien planeadas para debilitar a un competidor.
Construir la reputación es un trabajo de toda la vida y para perderla, basta exhibir públicamente un solo error comprobable. Por lo menos un golpe fuerte a un competidor, con una denuncia significativa lo puede debilitar durante la campaña. A eso le apuestan estos equipos que trabajan para los candidatos. No les importa trabajar por construir una imagen fuerte y competitiva de su propio candidato.
Prefieren canalizar esfuerzos, porque genera expectación, lanzar denuncias y acusaciones contra el candidato más peligroso o al que lleva la delantera.
El problema vendrá cuando quienes ganen la elección inicien su gestión de gobierno en un ambiente tenso, sin credibilidad y sin confianza por parte de la ciudadanía.
¿Qué impacto tiene esta nueva estrategia electoral competitiva en el ánimo de la gente?.
A final de cuentas, las descalificaciones enlodan en lo generala toda la política, a los políticos y el gobierno. Generan pérdida de credibilidad y confusión y esto puede impactar en baja asistencia el día de la votación.
Las “campañas de contraste” son peligrosas, pues por un beneficio electoral inmediato para un candidato, sumadas éstas por todo el país, crean un ambiente de desconfianza, pérdida de credibilidad y la sensación de vivir en un país sin futuro.
¿Usted cómo lo ve?
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