Ilusión sin fondos

Oscar-Hernandez
Óscar Hernández

En medio de neumáticos deteriorados, aceite derramado en el piso y una imagen de la Virgen de Guadalupe en lo alto del local, Tomás se abre paso para atender a sus clientes. Ahora mismo cambiará la llanta del viejo Ford.
Abre la vulcanizadora todos los días; no tiene de otra, este hombre intenta recuperar el dinero que perdió, luego de ser víctima de fraude.
“No se vale, ahora si que uno le echa ganas para hacerse de sus cosas, y en un chico rato, con engaños se lo quitan a uno”, dice Tomás, de 58 años de edad.
Hace tiempo compró una camioneta; con sus conocimientos la reparó y puso en venta por 63 mil pesos. “Yo creo que ya me estaban cazando, un día me subí a la camioneta y llegó un fulano, me preguntó que cuánto quería por la camioneta”. Tomás sintió que era una buena oportunidad, pero la premura por llevar a cabo la venta y su necesidad económica, detonarían el fraude.
Confiado, Tomás compartió su alegría con la familia. Su hija Sofía le ayudaría a cerrar el trato. “La siguiente vez que vi al comprador me dijo que debíamos ir al banco; para esto mi hija abrió una cuenta, supuestamente le depositaron a esa cuenta los 63 mil pesos”. Tomás estaba seguro de hacer negocio redondo. Aquella vieja camioneta, que compró en 40 mil pesos, le redundaría 23 mil pesos más.
“Estos defraudadores operan de la manera donde las cosas son de urgencia, o sea tú tienes tu negocio y llegan a venderte un coche, o a comprarte pero con mucha prisa, mucha urgencia”, revela David Placencia, presidente de la Asociación Nacional de Comerciantes en Automóviles y Camiones Nuevos y Usados, AC.
Llegó el ansiado día para la familia de Tomás. En el banco, los presuntos compradores de la camioneta, solicitaron a un tercero, vía telefónica, que hiciera el depósito a la cuenta de Sofía. “No se cómo le hacen, ella pidió el saldo y sí estaba el depósito de los 63 mil pesos, pero cuando ya los quisimos cobrar no había nada”, narra un hombre que llega a las lágrimas al sentirse defraudado.
La cita en el banco parecía una buena señal; ahí el defraudador entregó a Sofía la ficha de depósito a su cuenta, sin embargo se trató de un depósito denominado “Salvo buen cobro”, es decir, el banco del vendedor debe comprobar que la cuenta origen tiene los fondos correspondientes; cuando esto no sucede, no los libera; el dinero nunca aparece.
“Hoy les digo que tengan mucho cuidado, que no se confíen, nada que vamos al banco, que te deposito,  mejor que les den el efectivo y ahí mismo en el banco depositarlo a una cuenta”, sugiere un Tomás aún atribulado.
Y es que de poco sirvió que Tomás obtuviera la copia de la  credencial de elector de su defraudador. “Mi hija después habló con uno de ellos, la amenazaron, que ni estuviera molestando, porque nos iban a joder a todos, entonces le dije: déjalo así, !ya nos la chingaron! !Ya qué!”, comparte el padre de Sofía.
“Lo que hacen los defraudadores es mostrar su credencial de elector, pero de donde vivieron hace 10 o 15 años, te dicen que apuntes sus datos, luego vas a esa dirección donde ya no viven”, señala Placencia.
Lo peor, el acta que Tomás levantó resultó inútil. “Fui a la delegación, pero realmente no me la habían quitado a la brava, como quien dice yo la vendí”.
La víctima de fraude nos pide terminar la charla. Debe volver al trabajo, aunque sabe que pasará mucho tiempo para reponer el dinero perdido, y otra vez, volver a ilusionarse con aquel taller que levantaría, al vender la camioneta.
En la siguiente entrega, le hablaré de otras formas de fraude; y en muchos casos, nosotros le abrimos la puerta.

Óscar Hernández Bonilla es reportero de investigación en Proyecto 40. Conductor suplente en Informativo 40. Especializado en temas sociales y seguridad. Coberturas electorales, desastres naturales,  e internacionales: guerrilla de las FARC. “En cualquier parte hay algo valioso, digno de narrar; el reto es descubrirlo”.

E-mail: oskarhbonilla@gmail.com

Twitter: @ohernandezb