INFLACIÓN, CONSUMO y BIENESTAR

PESOS Y CONTRAPESOS

Lo correcto es calificar el desempeño de una economía a nivel de la economía familiar, en función del bienestar de los miembros de las familias, bienestar que depende de la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que disponen. Muchas son las variables que determinan el nivel de bienestar de las familias, su capacidad para adquirir en la cantidad suficiente, con la calidad adecuada, y con la variedad oportuna, los bienes y servicios indispensable para, por lo menos, satisfacer sus necesidades básicas, que son aquellas que, de quedar insatisfechas, atentan contra la salud, la vida y la dignidad de la persona: alimentación, vestido y calzado, vivienda, educación y atención médica, transporte y, ¡muy importante!, ahorro. Entre estas variables hay que considerar el poder adquisitivo del dinero, el poder adquisitivo del trabajo de las personas.




Con relación al poder adquisitivo del dinero hay tres posibilidades: que se preserve (que con la misma cantidad de dinero, al paso del tiempo, se pueda comprar la misma cantidad de los mismos bienes y servicios); que disminuya (que con la misma cantidad de dinero, al paso del tiempo, pueda comprarse una menor cantidad de los mismos bienes y servicios: inflación); que aumente (que con la misma cantidad de dinero, al paso del tiempo, se pueda comprar una mayor cantidad de los mismos bienes y servicios: deflación).
Cara al bienestar de las familias, ¿cuál es la opción deseable? Deflación, que el dinero aumente su poder adquisitivo. ¿Cuál es la que hemos tenido en México? Inflación, pérdida en el poder adquisitivo de nuestro dinero, a veces más, a veces menos, pero siempre pérdida, y a los números me remito. De diciembre de 1969 (primer mes reportado por el INEGI), a mayo del 2018, en México se acumuló una inflación del 817 mil 643 por ciento. En lo que va del siglo XXI, entre enero del 2001 y mayo del 2018, la inflación acumulada fue del 105 por ciento. Sin duda alguna que ésta pérdida en el poder adquisitivo de nuestro dinero ha afectado nuestro bienestar, sobre todo de quienes menos ingreso generan, que en México son mayoría. Desafortunadamente, mayor o menor, a la alza o a la baja, todo indica que la inflación llegó para quedarse, con las consecuencias negativas que la misma tiene sobre nuestro bienestar. Pongo un ejemplo.
En promedio mensual, durante el primer trimestre de 2017 el consumo familiar (medido por la compra de bienes y servicios) decreció 0.70 por ciento. ¿De cuánto fue la inflación promedio mensual en aquel trimestre? 0.96 por ciento. Un año después, entre enero y marzo pasados, la inflación promedio mensual fue menos 0.06 por ciento. ¿Cuál fue el comportamiento del consumo familiar? Creció, en promedio mensual, 0.17 por ciento. ¿Qué tuvimos? Menor inflación (de hecho deflación) y mayor consumo de las familias, la combinación correcta.
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