LA GRAN CRISIS QUE VIENE SERÁ PEOR QUE LA ANTERIOR

Como usted sabe, amable suscriptor, en Top Money Report le hemos explicado que son básicamente dos emociones, el miedo y la codicia, las que mueven más los mercados, por encima de la razón. Ahora, hablar de ‘los mercados’ no es más que una mera abstracción de lo que en realidad son cientos, miles, cientos de miles o millones de personas –según el mercado de que se trate– interactuando entre sí mediante sus compraventas, y negociando los precios.
LOS CONTROLES DE PRECIOS SIEMPRE FALLAN
Los precios son el mecanismo más importante de transmisión de información en una economía, y justo por ello es indispensable que se muevan de manera libre.
Y es que, para empezar, cuando no hay mercados libres y el gobierno decide cuánto cuesta algo, lo que está ocurriendo es que se vulnera tanto la libertad de los individuos como su derecho a disponer de su propiedad privada como mejor le convenga. De manera que el control de precios, cualquiera que sea el pretexto o la ‘justificación’, es condenable por donde se le vea.

Pero la cosa no para ahí. Lo más grave es que los controles de precios causan distorsiones y
corrupción a niveles crecientes. Entre peor sea esa manipulación y se aleje de la realidad que estaría reflejando un mercado libre, peores serán las consecuencias económicas.
Por ejemplo, si el precio es artificialmente bajo se incentivará el consumo y el dispendio del bien de que se trate, y se sacrificará la oferta, pues nadie quiere producir algo que no le deja ganancias o que, peor aún, le deja pérdidas. Así, con cada vez menos inventarios de un bien – ceteris-paribus–, el precio tendería al alza, pero dado que está controlado y deprimido de forma artificial, la demanda aumenta mientras la oferta colapsa… y la escasez aumenta. Sobra decir que entre las resultantes suelen presentarse los mercados negros –donde se intercambian los bienes controlados a un precio más elevado– para paliar el problema de la escasez.