La venganza del oro

Para Top Money Report, el tema del oro es su columna vertebral. La razón es sencilla y contundente: el rey de los metales es el “non plus ultra” monetario, el dinero por excelencia, el final del larguísimo (milenario) camino de discriminación entre diversas mercancías que en diferentes momentos y espacios fungieron como intermediarios generales.
Es así que del oro –como dinero supremo– derivan todos los temas relativos a las finanzas. Entender esto es indispensable, fundamental, y más cuando desde el sistema monetario global la propaganda no deja de repetir que el dinero fiduciario y sus emisores, los bancos centrales, son instituciones monopólicas fundamentales para el desarrollo de la sociedad. Nada más falso que eso.




El origen del dinero tiene todo que ver con el comercio, en particular con la diferencia en los grados de ‘vendibilidad’ de las mercancías.
De este modo, sólo las más negociables en determinado tiempo y lugar se encumbraron como el medio de cambio más usado.
Piénselo: no podría convertirse en dinero una mercancía que nadie quisiera, que nadie valorara y apreciara, como un simple papel o polímero de colores que no representa valor alguno (como los billetes actuales). Cuando se habla de valor, el factor más importante es la demanda de la gente, y en ese sentido ninguna mercancía es más valorada que el oro.
Si tenemos dinero de ‘curso legal’ es porque una ley nos impone dar y aceptar esos papeles y pedazos de polímero como si fueran un dinero que la gente eligió espontáneamente. No es así. Somos forzados a recibirlos.
Cosa muy distinta es el oro, al que nadie le dice que no, y sin importar cuánto se tenga de éste, siempre aceptaremos más y más porque es DINERO que después podemos intercambiar casi por cualquier cosa. Reitero: no hay materia prima más valorada que el metal precioso.
Prueba de ello es que prácticamente cada onza que se extrae de las minas pasa a acumularse –no a tirarse ni consumirse– como moneda, barra, joya o lingote. De lo ‘poco’ que se usa en la industria, una buena parte regresa al mercado mediante el reciclaje. Como le digo, el oro es tan valorado por la gente que siempre es del interés del público el conservarlo y acumularlo más.
Las personas sienten una especial fascinación por él. Por sus características y propiedades físicas es llamativo, brillante, bello, indestructible; no se ‘echa a perder’, no se quema –como el petróleo–, no se corrompe ni oxida y es en extremo maleable.
Por todo lo anterior, en todo el mundo a lo largo de la historia –como le decía ya–, el oro y su compañera (la plata) se han convertido en el final del camino monetario.
Los billetes ordinarios que usamos hoy, alguna vez representaron determinada cantidad de oro y plata, lo que elevó su negociabilidad y facilitó trabajar con ellos. Esto no es más así.
El 15 de agosto de 1971 llegó a su fin de manera formal la era del dólar ‘respaldado’ en oro, cuando el presidente estadounidense Richard Nixon suspendió de manera ‘temporal’ la convertibilidad del billete verde en onzas de oro a una tasa fija.
A partir de entonces comenzó una gran era de expansión monetaria sin límites.
Al oro se le ninguneó, se le removió del trono monetario bajo la excusa de ser una ‘reliquia bárbara’ innecesaria en el mundo de hoy. Grave error.
Como consecuencia del abandono de un sistema monetario basado en la libertad, sustituido por uno monopólico, centralizado y basado en la deuda, vivimos condenados a un perpetuo ciclo de auge y crisis que no tendría por qué ser.
Y es que si tiene un sistema en que el estímulo para el emisor es usar y abusar de la moneda –porque la puede crear de manera ilimitada–, como resultado habrá un impulso constante al desenfreno, al derroche, el excesivo consumo y a la deuda. El problema con eso es que, por su propia naturaleza, las deudas no pueden crecer al infinito porque, nos guste o no, se tienen que pagar.
Cuando se ha acumulado tal nivel de deudas que son impagables, el sistema colapsa como castillo de naipes. ¿Recuerda la gran crisis y recesión de 2008-2009? Sólo un reciente ejemplo de lo que ocurre de manera cíclica como consecuencia de la inflación de la burbuja de crédito.
Hoy en día vivimos en una era en la que, como si no hubiéramos aprendido nada, repetimos los mismos errores: para salir de la gran crisis global, los bancos centrales de todo el planeta comprimieron artificialmente las tasas de interés para volver a inflar la burbuja crediticia, dar vida artificial a los mercados y repetir el ciclo creciente de auge-depresión.
El regreso del oro
La madre de todas las burbujas de deuda se ha inflado a tal punto que no hay duda, sino certeza, de que volverá a estallar. No se puede conocer el momento exacto del estallido, pero eso no tiene importancia.
El oro volverá al trono monetario, seguramente no como antaño, pero volverá, entre otros factores por su carácter de máximo extintor de deudas. La ‘venganza’ del oro será brutal contra el valor de las divisas de papel, que se seguirá acercando más rápidamente a cero.
En un contexto de deudas que se impaguen por todos lados, los inversores correrán a los refugios seguros del dinero en propia mano, y dispararán el valor del oro. No es cuestión de si sucederá o no, sólo de cuándo.
Justo por ello hay que tener metal precioso físico amonedado, con perspectiva de largo plazo, pero también hay que tenerlo en formas más negociables para aprovechar la volatilidad del mercado, y obtener importantes ganancias de forma más rápida.
A ambas cosas nos dedicamos en Top Money Report: a darle una guía de cuándo es oportuno comprar (y en su momento vender) metal físico, y de cuándo hay oportunidades de hacer ‘trading’ en el día a día.
Para nosotros, como ya lo sabe, 2018 será un nuevo ‘año del oro’, y ya empezamos a verlo.
Este miércoles, por ejemplo, el rey de los metales concluyó con un alza de más de 2%, que significó que alcanzara niveles muy cercanos a los máximos vistos en 2016.
Prevemos que, una vez rota esta resistencia, el oro entrará en una racha alcista más allá de los 1,400 USD la onza. Pasado ese punto, el objetivo tendría la mira final puesta en el máximo histórico alcanzado en septiembre de 2011 en 1,923.70 USD.
¿Será 2018 cuando consiga marcar nuevos récords? De eso aquí le iremos actualizando cada semana. Todavía se antoja bastante difícil, pero no es imposible, sobre todo si, en efecto, la inflación en Estados Unidos sigue repuntando más allá de las expectativas.
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