LIBERTAD EMPRESARIAL

PESOS Y CONTRAPESOS

En el primer discurso de AMLO después de las elecciones se comprometió a no expropiar, a respetar la libertad para emprender, a respetar la autonomía del Banco de México, y a mantener finanzas públicas sanas, todo ello indispensable para apuntalar la competitividad de México, su capacidad para atraer, retener y multiplicar inversiones directas, de las que depende la producción de bienes y servicios, la creación de empleos y la generación de ingresos. Hoy centro la atención en el segundo compromiso, respetar la libertad para emprender.
¿En qué consiste la libertad para emprender? En la libertad para trabajar, para invertir, para producir, ofrecer y vender bienes y servicios, tanto en el mercado nacional como en el extranjero, y en lo que de ello se deriva: creación de empleos y generación de ingresos.
¿Por qué es importante la libertad para emprender? Porque de ella dependen las inversiones directas, que apuntalan y abren empresas, producen bienes y servicios, crean empleos y les permite, a quienes obtienen eso puestos de trabajo, generar ingresos. No me cansaré de insistir: caigamos en la cuenta de todo lo que depende de esas inversiones: producción, empleo e ingreso, y tengamos presente que la misma depende de la libertad para emprender.




¿Por qué es importante reconocer plenamente, definir puntualmente y garantizar jurídicamente la libertad para emprender? Porque se trata de la libertad de los emprendedores, de los empresarios, libertad que solo debe limitarse en el caso de que la misma viole derechos de terceros. Trabajar e invertir, producir, ofrecer y vender bienes y servicios, crear empleos y generar ingresos, en una sola palabra, emprender, ¿viola derechos? No, por lo tanto esa libertad, la empresarial, la de emprender, que es una de las muchas posibles manifestaciones de la libertad, debe respetarse.
Precisamente por ello, porque la libertad de emprender debe respetarse, y porque su prohibición no debe estar a discusión, ni mucho menos a votación, es que llama la atención que AMLO se haya comprometido a respetarla, como si ese respeto dependiera nada más de él. El problema es que en México así es.
Leemos en el artículo 25 constitucional que el Estado, que para todo efecto práctico es el gobierno en turno, “planeará, conducirá, coordinará y orientará la actividad económica nacional”, lo cual solamente es posible si el gobierno planea, conduce, coordina y orienta la actividad económica de los particulares, para lo cual tendría que planear, conducir, coordinar y orientar, entre otras, la actividad empresarial. Si así fuera, que no es, pero que puede ser, ¿dónde quedaría la libertad para emprender, la libertad empresarial?
Si AMLO cambiara de opinión, apelando al artículo 25 constitucional, podría eliminar o limitar la libertad empresarial. La amenaza no está en la intención de algún político sino en el artículo 25 constitucional.
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