Optimistas sin remedio

Guillermo Barba
Guillermo Barba

Parece que no aprendemos. Me refiero a la insistencia de los optimistas permanentes que, en su momento, vaticinaban primero la imposibilidad de que Donald Trump se convirtiera en candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos. Luego, aseguraban que no llegaría a la Casa Blanca.
Ahora, tras su primera conferencia de prensa oficial como presidente electo la semana pasada, vuelven a la carga augurando que Trump, al tomar el viernes el poder, actuará de manera diferente a sus dichos. Ojalá tengan razón.
Sin embargo, ningún mal nos hace prepararnos para lo peor, que sería que, en efecto, bloqueara por medio de impuestos fronterizos –o cualquier otra barrera no arancelaria-, productos hechos en México para su venta en la Unión Americana.
La razón de que algunos no compartamos ese optimismo, es que Trump no está acostumbrado a negociar, sino a imponer.
De manera que la renegociación del TLCAN en realidad será más un ofrecimiento de condiciones a México. Un “lo tomas o lo dejas”.
Se ha dicho incluso que a nuestro país, dado el caso, le convendría más en efecto enterrar ese tratado comercial, que ponerse de rodillas ante Trump. Lo malo es que, otra vez, su visión optimista es que el nuevo presidente estadounidense, respetará lo que establece la Organización Mundial de Comercio en materia de aranceles. Más que dudoso.
Como quiera que sea, la verdad es que la posición de fuerza no la tiene nuestro país. Si el TLCAN sobrevive, no volverá a ser el mismo.
Lo que importa entonces es ese posible muro económico, más que el físico, que a decir verdad, es irrelevante.
Si como consecuencia de sus políticas, Trump logra un rebote fuerte de la economía estadounidense –algo que sí es posible antes de una recaída aún mayor-, y si la nuestra se estanca o cae en recesión, puede estar seguro de que los flujos migratorios volverían a reforzarse hacia el norte, con todo y muro.
Más importante todavía es el que no perdamos de vista que, incluso si los optimistas tienen razón y el 20 de enero Trump se declarara amigo de México, la debilidad de las finanzas públicas nacionales, la inseguridad, las excesivas regulaciones y la falta de una verdadera apertura comercial, seguirán causando un menor flujo de inversión.
Dicho de otro modo, ante la debilidad económica mexicana no podremos crecer como se requiere para generar empleos suficientes y un mayor desarrollo. También esté seguro que por estas y otras razones internas, el peso se seguirá debilitando haga lo que haga Trump, con lo que las presiones inflacionarias continuarán.
El llamado pues a los optimistas es que, ya que están tan confiados de Trump, deberían enfocar sus esfuerzos en demandar que en lo interno haya Estado de derecho pleno, y que los gobiernos de todos los niveles se amarren en serio las manos del gasto.
Y es que se están dando anuncios de falsa austeridad en algunas dependencias y gobiernos estatales, que aseguran estarle bajando al gasto en ciertos rubros, mientras traspasan el dinero para derrocharlo en otros. Mal hecho.
Ser austero implica DEJAR DE GASTAR tanto dinero de los contribuyentes, no cambiarlo de bolsa nada más. Ante los retos internos y Trump, urge que se recorte el gasto público, que prediquen con el ejemplo.
E-mail: inteligenciafinancieraglobal@gmail.com
@memobarba