Oro y Bitcoin, el acierto y el error de Carstens.

En 2011, Banxico saltó a la escena mundial al comprar 100 toneladas de oro para sus reservas internacionales. Fue un excelente movimiento decidido por el aún gobernador de Banxico, Agustín Carstens. En 2012, el Instituto Central adicionó 20 toneladas más del metal precioso.
Desde mi antiguo blog Inteligencia Financiera Global, reconocimos a Carstens el haber tomado tan sabia decisión, como él mismo lo dijo, para ‘diversificar el riesgo’ de las reservas en dólares.
Sin embargo, esta semana ha hecho un pronunciamiento con el que no estamos de acuerdo respecto al bitcoin, la primera, la más popular e importante de todas las criptomonedas.
Carstens descartó reconocerlo como una moneda virtual, ‘pues no cuenta con el respaldo de un banco central, ni de una nación que cobre impuestos’.
De las declaraciones del Dr. Carstens se desprenden pifias que, proviniendo de un prominente economista como él, no pueden ser errores sino meras posiciones políticas. Así hay que entenderlas.
Hay que destacar que en su puesto como funcionario perteneciente al ‘mainstream’ –y a punto de dar el salto a dirigir una institución mundial como lo es el BIS-, no podíamos esperar una posición más revolucionaria, sino arcaica, y eso es lo que presentó.
No obstante, eso no es excusa para que sugiera como lo hace –de manera equivocada-, que el dinero sólo puede ser aquello que una autoridad estatal determine que lo es, o lo que cuente con el ‘respaldo’ de un banco central, o bien que para ser una moneda digital tenga que ser un pasivo –o sea deuda- de un gobierno nacional que se paga con impuestos. Eso es absurdo.
El origen del dinero
El origen del dinero, de hecho, nada tiene que ver con el nacimiento del Estado, pues es anterior a éste. Surgió de manera privada y espontánea, no planeada.
El intermediario general en los intercambios –el dinero-, comenzó su larga carrera evolutiva a partir de que ocurrió el primer trueque de un bien por otro entre seres humanos, hace muchos milenios. Carl Menger en sus obras Dinero, y Sobre el origen del dinero, nos ofrece la mejor explicación de ello.
En determinadas circunstancias de tiempo y espacio, la diferencia existente entre la negociabilidad de las mercancías (es decir, la facilidad para venderla) es lo que termina encumbrando a veces a unas y a veces a otras, como dinero. Es por ello que lo han sido conchas de mar, la sal, las hojas de té, el cacao, el ganado, etc.
El proceso en diferentes lugares al mismo tiempo, y en los mismos sitios en distintos momentos de la historia, ha culminado siempre con la ‘coronación’ del oro y la plata como rey y reina monetarios, los ‘dineros’ por excelencia por sus propiedades y características. Se trató de una elección libre, no de la decisión de un gobernante, gracias a la discriminación competitiva efectuada por los propios negociantes durante sus intercambios comerciales.
Así que Carstens, reitero, se equivoca al descartar a bitcoin como dinero digital sólo por no tener una autoridad que controle sus fluctuaciones y su emisión, y por no ser pasivo de un país.
Sí, el que no tenga autoridad central que regule su valor es una fortaleza y una debilidad al mismo tiempo, pues a causa de ello su precio varía de manera constante y a veces extrema, pero en todo caso, está sujeta a las fuerzas de oferta y demanda del mercado, como debe ser.
Como le digo, no es pasivo de ninguna contraparte, no está en la hoja de balance de un banco, pero eso nada le resta a su carácter monetario. De hecho, esa característica la comparte con el oro, si bien éste es superior por algo obvio: su existencia es material, tangible. El oro físico no puede, ni en el peor de los escenarios, ser hackeado ni destruido.
Bitcoin, moneda para el comercio electrónico
Desde su creación, bitcoin nació justo con la idea de convertirse en divisa de intercambio para el comercio electrónico. Sólo el tiempo confirmará o descartará este proyecto, pero de entrada, no se le debe descalificar como moneda virtual, porque lo es.
Dejen que el público participe y elija, pues la historia está repleta de ejemplos de ideas geniales que fueron ridiculizadas al inicio, y que terminaron triunfando y generalizándose.
¿Por qué entonces esa aversión oficial a bitcoin y la cadena de bloques?
Porque al no requerir de contrapartes ‘confiables’ como los bancos centrales y comerciales –y sustituir la confianza por el encriptado en un sistema descentralizado, seguro, sólido y público como la cadena de bloques (blockchain)-, amenaza la existencia misma de aquéllos como los conocemos hoy. No se quieren disparar en la cabeza.

Por eso Carstens asusta ‘con el petate del muerto’ diciendo que ‘debe propiciarse un paso franco que no provoque problemas al sistema financiero que a la postre afecten a toda la sociedad’.
No tendrían por qué provocar las criptomonedas un daño, y menos, uno mayor al que a diario sí infligen los bancos centrales a través de la política monetaria, con la que manipulan el precio más importante de la economía –la tasa de interés- y la liquidez. Eso sí que afecta a la sociedad y pone en riesgo la existencia misma de nuestra civilización a través de crecientes ciclos agravados de auge y crisis.
Como hemos explicado en nuestro boletín económico y de inversiones Top Money Report, los bancos centrales son parte del problema, no de la solución, y al identificar la amenaza que a su poder les significa la tecnología de la blockchain, buscan plagiarla para más tarde, prohibir mediante regulaciones la utilización de criptomonedas privadas como bitcoin, ETH, XRP, etc.
El pretexto será el mismo que usan para limitar cada vez más el uso de efectivo: el combate al crimen organizado y el lavado de dinero. Mienten.
Lo que en el fondo desean es avanzar en el control total de nuestras vidas, de nuestras compras y actividades, vulnerando nuestro derecho a la privacidad para invadir y encajarnos así lo más profundo posible el diente de los impuestos. No lo podemos permitir.
No por nada hay bancos centrales como el de Inglaterra y el Popular de China, que ya se encuentran experimentando con la emisión de sus propias criptomonedas.
El problema es que el sistema monetario, más que ningún otro, está ávido de competencia libre, que es lo que ellos no quieren.
Que se entienda bien: Si hay gente que delinque en criptomonedas, en el sistema financiero tradicional o donde sea, debe ser castigado y ese es el trabajo del gobierno. Pero al resto, no tienen por qué perseguirnos como delincuentes, no deben pagar justos por pecadores.
¡Dejen competir a todas las formas de dinero!
En este espacio estamos seguros de que el oro y la plata volverán al trono monetario como dinero supremo, pero también, que bitcoin y algunas otras criptomonedas serán elegidas por el público como una alternativa preferible al fraudulento y monopólico dinero estatal, a pesar de todas sus posibles vulnerabilidades como la seguridad, la volatilidad de su precio, etc.
Ese es el camino correcto: el que la gente elija.
El libre mercado, la competencia abierta, cuenta con sobrados mecanismos para echar fuera por sí mismo a aquellas alternativas de dinero digital que no sean óptimas o inseguras, por lo que toda regulación –como la propuesta de ley para regular las tecnologías financieras (fintech)-, no debe llegar para vulnerar la libertad y la propiedad privada de las personas, sino servir para garantizarlas.
Dr. Carstens, le deseo lo mejor en el nuevo encargo que ocupará, pero por favor, antes de irse contribuya a que aquí se evite que la regulación en vez de ayudar, estorbe. De estatismo y afectación a la acción empresarial en México, ya tenemos demasiado.