SALARIO MÍNIMO, PRIMER ERROR

PESOS Y CONTRAPESOS
Leemos, en el artículo 123 constitucional, que “los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”, todo lo cual es un enorme despropósito.




¿Por qué afirmo que lo dicho en este párrafo del artículo 123 constitucional es una grave tontería? Porque ninguna remuneración, comenzando por los salarios, puede otorgarse según las necesidades del remunerado, según las necesidades del trabajador, y eso es lo que se afirma en el mentado artículo constitucional: que los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural. Para empezar dos preguntas.
Primera: ¿y si la productividad y la producción del trabajador no alcanzan para que se le pague un salario que le permita a él, y a sus dependientes económicos, satisfacer correctamente sus necesidades, comenzando por las básicas? Imaginemos una persona incapaz de producir algo, y por lo tanto incapaz de trabajar, pero con necesidades básicas que satisfacer, ¿alguien le pagaría un salario? Y si se lo pagara, ¿realmente se trataría del pago de un salario o del otorgamiento de una limosna? Y de ser el caso, ¿por cuánto tiempo estaría dispuesto a seguir otorgando esa limosna?
Segunda: y si la demanda de trabajo de parte de los empleadores es menor que su oferta de parte de los trabajadores, ¿qué pasará con las remuneraciones en general y con los salarios en particular? Bajarán, independientemente de que queden insatisfechas algunas necesidades de los trabajadores.
El primer error con relación al salario mínimo es la pretensión de que el mismo se fije, no en función de la productividad y la producción del trabajador, y de la relación entre la oferta y la demanda de trabajo en cada mercado laboral, sino en función de las necesidades del trabajador. Si esto fuera posible de un plumazo acabaríamos con la pobreza. Y no lo hemos logrado.
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