2020: la calma que precede a la tormenta

Este año que termina lo hace con la primera recesión en 10 años. Se trata de una “leve” caída del Producto Interno Bruto (PIB) -indicador con el que se mide la producción nacional de bienes y servicios- que, sin embargo, dice más de lo que parece.
La economía mexicana decreció mientras nuestro principal socio comercial y motor externo -Estados Unidos-, creció a un ritmo cercano al 2 por ciento anual. Esta separación del ciclo económico estadounidense ocurrió debido a pésimas decisiones económicas tomadas en lo local por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
En este boletín ya hemos comentado al respecto, por lo que basta recordar que esa secuencia de malas decisiones tuvo un parteaguas con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM). A ellas le han seguido la construcción del Tren Maya, de la refinería de Dos Bocas – Tabasco, el “salvamento” de Pemex, etc., todos ellos proyectos financieramente inviables que comprometen a futuro la estabilidad de las finanzas públicas.
A esto se han sumado otras decisiones como la de disparar otra vez el salario mínimo, esta vez en 20 por ciento para 2020-, y el acuerdo modificatorio del T-MEC.
Algunos suscriptores nos cuestionaron acerca de si el nuevo T-MEC y su inminente ratificación tendrá un impacto positivo de crecimiento en México. La respuesta es que no.
Es cierto que el inicio de la renegociación del actual TLCAN (NAFTA en inglés), contribuyó a desacelerar las inversiones ante la incertidumbre que generó este proceso. Recordemos que desde la victoria en las elecciones presidenciales de Trump en 2016, se temió que pudiera sacar unilateralmente a Estados Unidos del tratado norteamericano.
No obstante, como hemos dicho, el punto de quiebre para la tendencia de magro crecimiento que se tenía hasta el final del sexenio de Peña Nieto, ocurrió cuando AMLO comenzó a generar mayor incertidumbre sobre el futuro económico del país.
De manera que la aprobación final del T-MEC, un tratado que por cierto es mucho menos favorable y más restrictivo con México que el TLCAN, tendrá efectos marginales o nulos en dinamizar el crecimiento, mientras que, por otro lado, la incertidumbre continuará en los niveles actuales a causa de que el presidente no tiene intención alguna de modificar o corregir sus evidentes errores. Al contrario. Parece más decidido y convencido que nunca de que “vamos por buen camino”. No es así.
Ya ni siquiera el discurso del “combate a la corrupción” le queda como argumento válido. La exoneración de Manuel Bartlett que ha hecho la Secretaría de la Función Pública esta semana, demuestra que en realidad en AMLO no hay intención alguna de luchar contra los corruptos, sino sólo de usar su “cruzada” contra la corrupción como instrumento de presión para que nadie se oponga a su gobierno. Para los opositores eso sí, habrá mano dura, para los amigos, perdón y olvido.
Por si fuera poco, noviembre pasado quedó confirmado como el mes más violento desde que se tiene registro, con más 2,920 himicidios dolosos en todo el país. Vamos mal.
Al interior del país, la popularidad y confianza de buena parte de los mexicanos en el presidente, no sirve de gran cosa ante los inversores nacionales y extranjeros, que prefieren observar riesgos reales y potenciales para sus inversiones.
En este sentido, no es un buen mensaje que haya ausencia de Estado de derecho, alzas arbitrarias al salario mínimo, y nula rectificación en los proyectos inviables ya mencionados.




En suma, poco ha cambiado para estimular la actividad económica mexicana que, a pesar de todo, seguramente verá una ligera mejoría en 2020 respecto a este año.
La razón es que en año electoral y con bajas tasas de interés, Estados Unidos seguirá con el motor encendido. Trump a diferencia de su campaña anterior, es poco probable que centre sus ataques en México y ya no tiene con qué quejarse del TLCAN que llega a su fin.
Es probable que ahora el centro de la atención se la lleve China y la “guerra comercial” con aquella potencia, lo que de rebote beneficiará a nuestro país que, con una baja presión de la demanda agregada por el bajo crecimiento, seguirá con inflación “baja” y con tasas de interés abaratándose. El tipo de cambio tampoco se espera por ahora que tenga sobresaltos.
Por lo anterior, 2020 será el año de la calma que precede a la tempestad. Sólo un gran choque como una degradación de la nota crediticia de Pemex a grado de “basura” -que tampoco es descartable-, podría generar temporalmente volatilidad adicional.




Estamos pues, a las puertas de un nuevo año de oportunidades de ganar tiempo, de llenarnos de dólares y euros baratos por un peso “fuerte”, de invertir en bienes raíces con hipotecas a tasas bajas, de comprar índices bursátiles para aprovechar los nuevos máximos históricos que podrían presentarse, de comprar índices de acciones de mineras de metales preciosos, de hacernos de más monedas de oro y plata, en fin. De acumular a precios de remate inversiones que, cuando llegue la inevitable crisis, nos pagarán con creces el haber invertido a tiempo de manera inteligente.
En Telegram les daremos detalles de cuáles índices, fondos cotizados (ETFs) y acciones recomendamos. Manténgase atento.
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