2021: otro año del oro y el bitcoin

En este espacio hemos anticipado que 2021 será sin duda “mejor” que 2020, lo que no necesariamente significa que será un buen año en términos de crecimiento económico-financiero, y menos, en términos de salud. La mejor forma de entender el año que entra es verlo como una extensión del actual, más que como uno diferente.
Y es que a pesar de las vacunas que ya han empezado a distribuirse por buena parte del planeta, noticias preocupantes de nuevas cepas potencialmente más infecciosas del SARS-CoV-2, y otras como las reacciones adversas que se están presentando en muchas personas vacunadas, podrían echar por la borda el optimismo respecto a una pronta y acelerada vuelta a la normalidad. No habrá tal.
La salida de este negro túnel que ha sido para el mundo la pandemia de COVID-19, será lenta y difícil.
Peor aún: gobernantes de todo el planeta seguirán cometiendo los mismos errores y recurriendo a las únicas fórmulas que conocen para “estimular” la maltrecha economía: confinamiento, inyecciones monetarias y de gasto público, depresión a mínimos históricos de las tasas de interés, expansión infinita de deuda pública y privada, etc.
Todas las acciones arriba citadas implican la continuidad de la corrupción monetaria, esto es, la permanente y acelerada tendencia devaluatoria del dinero, que se inició en forma con el abandono definitivo del patrón oro por parte de Estados Unidos en agosto de 1971.
En este sentido, desde el punto de vista financiero y de inversiones seguirán proliferando las buenas oportunidades en activos que no pueden ser creados de la nada por las autoridades.
Me refiero en especial a los dos activos monetarios que más empoderan al individuo que se resiste a la sinrazón gubernamental: el oro y el bitcoin.
Estos activos se encuentran por cierto en polos opuestos de riesgo. El oro es el activo con el mínimo riesgo posible, y el bitcoin, es de riesgo extremo.
El oro es un seguro financiero cuyo valor y precio – ante la permanente corrupción monetaria comentada arriba- seguirán escalando de manera consistente y segura con el paso del tiempo. Por eso el oro es el único activo INDISPENSABLE en cualquier cartera de inversión. Es el único del que no se debe prescindir jamás porque su valor, pase lo que pase, jamás llegará a cero.
Cuando se tiene en físico, no hay otra clase de activo que brinde tal estabilidad en el poder adquisitivo y la capacidad de ser intercambiado por otros bienes hasta en las condiciones más críticas posibles: un estado de aislamiento, guerra, o incomunicación total, por ejemplo, en los que un activo virtual como el bitcoin se volvería inoperante.
Este año el rey de los metales escaló más de 60 por ciento en pesos mexicanos, y ante el pésimo manejo económico del gobierno de López Obrador, cada peso que se invierta en oro es un peso que ganará por partida doble ante la inevitable caída de nuestra moneda frente al dólar, y la de este frente al oro.
Por otra parte, el bitcoin es un activo que se está popularizando cada día más entre los sectores de inversionistas más jóvenes, y entre grandes instituciones y fondos de inversión que antes lo veían con desdén, lo que este año lo a disparado a nuevos máximos históricos por encima de 20 mil dólares. También hay que tenerlo, y usarlo para hacer ‘trading’ (compra/ventas), sin olvidar que del bitcoin se pueden comprar fracciones muy pequeñas desde unos cuantos pesos.
En fin: como ciudadanos responsables debemos continuar con todas las medidas de precaución, sanidad e higiene que la pandemia nos exige, pero la vida seguirá y hay que prepararse con buenas inversiones para tiempos difíciles. Ganar mientras la mayoría pierde, es un arte difícil pero no imposible de dominar.