NO AL CONTROL DE ARMAS, SÍ A LA DEFENSA DE MI VIDA.

JosueS
Josué Segura

Un problema cada vez más alarmante en México es la violencia e inseguridad que ha azotado a nuestro país, cuestionándonos cada día más el ¿Dónde ha quedo el Estado?
Empecemos con tres datos de suma importancia, desde el 2015:
1.- Los ministerios públicos del país recibieron 1.5 millones de denuncias por presuntos delitos. Uno de cada tres casos correspondió a denuncias por robo.
2.- La tasa de homicidio en México se incrementó 6.3%, llegando a casi 14 homicidios por cada 100,000 habitantes.
3.- 025 millones de casos son CON violencia.
Efectivamente, esto es producto del ineficiente Estado, que no cumple con su tarea fundamental, garantizar la seguridad. Pero, ¿qué debemos hacer los ciudadanos, frente a este fenómeno? No queda otra alternativa mas que la defensa personal, mediante el derecho y libertad de la portación de armas. Este derecho a portar armas es un derecho consustancial al derecho a la vida. O sea, si yo tengo derecho a la vida, tengo derecho a proteger mi vida y de nada vale el derecho mío a proteger la vida, si no se me respetan las herramientas para hacer efectivo ese derecho o peor si el mismo estado me limita con sus múltiples requisitos. Tan fácil de aclarar, si alguien me ataca con un tablón, yo debería tener uno mismo para defenderme, o si alguien me ataca con un arma de fuego, yo debería tener un arma de fuego para poder defenderme.
En fin, el derecho a la defensa y a la protección de la propiedad e integridad física de uno mismo va más allá del monopolio público de la violencia que poseen las instituciones estatales, debería ser algo fundamental, al mismo nivel que el acceso a la educación, el internet o la salud. Y no obstante como lo ha dicho Eneas Biglione “…Las armas de fuego no sólo permiten que los ciudadanos se defiendan, sino que además proveen protección a aquellos individuos que deciden no poseer armas de fuego, ya que los delincuentes no tienen la posibilidad de saber quiénes están armados y quienes no, antes de llevar a cabo un acto criminal.”
El problema se origina cuando hablamos de legislaciones de control de armas, ya que últimamente ha surgido una contradictoria posición favorable a dicha restricción desde posturas “democráticas” que se centran en la reducción de los crímenes y de las muertes por accidente, que se suma a las tradicionales posturas colectivistas que han protagonizado siempre los ataques a la libertad individual, también en el uso de las armas de fuego. Y como bien lo planteamos con anterioridad, esta legislación, limita y regula en demasía el uso de las armas, pese a que en el artículo 10 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, consagra el derecho a cada ciudadano para portar armas, pero está regulado de manera que el alcance a este derecho sólo se da para algunos pocos y no obstante, nuevamente observamos el monopolio estatal, ya que Sedena es el único vendedor legal, aparte de ser quien pone los límites y reglas de juego para poder portarlas. Seamos entonces claros, si el gobierno no permite a la gente utilizar armas de fuego haciendo uso de su libertad, entonces está violando de manera directa el artículo 10 de nuestra Constitución.
Pero, por qué en lugar de centrarnos en las armas como objetos sujetos a regulación y control, no nos enfocamos en discutir la mejor manera de garantizar que los derechos de los individuos sean protegidos. Que sea legal no solo la venta y compra de armas, sino también portarlas en la vía pública, poseerlas en domicilio privado, usarlas en defensa propia y matar con ellas en determinadas circunstancias.
Como conclusión y última pregunta al público ¿Por qué debemos las personas defender nuestras propias vidas? Porque el Estado NO cumple con el objetivo de proveer un entorno seguro donde vivir, como ya habíamos mencionado su única e importante función. Las armas pueden servir toda intención, buena o mala, así sea para asesinar al antojo o para salvar vidas. No son las armas por sí mismas las que determinan nuestra habilidad para mantenernos sanos y salvos, sino las decisiones que tomamos sobre cómo utilizarlas. Y claramente tendrá implicaciones en las libertades públicas pero sobre todo en la reducción del crimen.
“Josué Segura, miembro fundador de México Libertario, estudiante de Derecho en la UNAM, colaborador en publicaciones, crítico político liberal.”
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