Alerta: el Estado policíaco ya está aquí

Lea el artículo anterior. El verdadero poder detrás del gobierno
Cuando leemos u oímos de un caso de abuso de autoridad, con justa razón nos indignamos y exigimos explicaciones para que una situación así no se vuelva a repetir. Pero nunca sabremos qué tan vulnerables somos hasta que algo así nos pasa personalmente.
Esto le ocurrió a Seth Harp, periodista y corresponsal de guerra estadounidense, cuando agentes de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) lo retuvieron sin razón alguna en el aeropuerto de Austin, Texas, al volver de una asignación en la Ciudad de México.
“Austin es el lugar donde nací y me crié, y generalmente los de inmigración me saludan después de una o dos preguntas. También soy un hombre blanco. Esta vez, cuando llegó mi turno para mostrar mi pasaporte, el oficial fue más agresivo de lo habitual en su interrogatorio”, cuenta Harp en un reportaje para The Intercept, la revista digital fundada por Glenn Greenwald, quien publicó las revelaciones de Edward Snowden sobre los programas de vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
Esto sucedió el pasado 13 de mayo, a Seth Harp lo sacaron de la fila aleatoriamente para una “inspección secundaria”. Le explicó al oficial que por su trabajo viajaba mucho al extranjero y que había pasado siete días en la Ciudad de México haciendo un reportaje. El policía le preguntó de qué trataba la pieza periodística, algo que Harp consideró intrusivo y evadió responder. Pero las cosas se pusieron peor.
Lo llevaron a un salón donde suelen retener a los viajeros para una segunda revisión. Como cuenta el periodista, es ciudadano estadounidense, nacido y criado en Austin, por lo que no era uno de los “sospechosos habituales” para los agentes fronterizos, como lo son los latinos y musulmanes. Le explicaron que no estaba arrestado ni acusado de algún delito, pero que no le dejarían pisar suelo estadounidense hasta que respondiera la pregunta que le hizo el oficial.
Cuando les contó de qué trataba la historia (sobre dos estadounidenses que vendieron metralletas para helicópteros de un cartel de la droga), solamente avivó la curiosidad de los agentes (para entonces ya eran tres) y le hicieron preguntas de todo tipo, además de revisar su computadora y teléfono móvil
Después el reportero encontró que la CBP no tiene autoridad para impedir la entrada de un ciudadano estadounidense al país y que su caso no es el único, también han retenido a estudiantes graduados, estudiantes de enfermería, choferes, hombres de negocios, ingenieros, profesores, artistas y otros periodistas, todos ellos norteamericanos o residentes permanentes legales.




“Forzar a los viajeros que no son sospechosos de cometer un delito a dar sus contraseñas o que sus dispositivos sean incautados, viola el derecho de la Cuarta Enmienda a estar libre de búsquedas y confiscaciones irrazonables, y también infringe el derecho de la Primera Enmienda a la libertad de Expresión y asociación mediante intimidación y vigilancia gubernamental. Independientemente de si tiene información vergonzosa en su dispositivo, se trata de autonomía personal y de vivir en una sociedad libre y no en un estado policial”, dijo a The Intercept Sophia Cope, abogada que ha demandado a la CBP por entrar a dispositivos sin una orden judicial.
Después de cuatro horas de interrogatorio hostil e inspección a sus archivos, correos electrónicos, conversaciones por chat y fotos, dejaron ir a Seth Harp. El periodista les dijo a los oficiales que, en todos sus viajes al extranjero, nunca lo habían tratado tan mal como ahora en su tierra natal. “Bienvenido de vuelta a Estados Unidos”, contestó burlonamente uno de los oficiales.
Esto es muy grave. Estados Unidos, la otrora “tierra de la libertad” se ha convertido en un auténtico Estado policíaco, más cercano al socialismo que a un marco legal basado en la propiedad privada y la libertad individual, como fue originalmente concebido.




Desde 2015, las revisiones a los dispositivos y pertenencias de viajeros sin una orden y por razones fuera de la jurisdicción de CBP han aumentado a casi el cuádruple, según un reporte de la AP. Y desde que llegó Trump a la presidencia, la actividad de los policías fronterizos ha sido más agresiva. Se sabe que, con la colaboración de México, han retenido y hasta deportado a periodistas que cubren las caravanas migrantes.
Muy mal están las cosas si la autoridad puede impedir el libre tránsito de las personas sin ninguna justificación, cuestionando su profesión (legal) y entrometiéndose en la privacidad de las personas cuando le plazca.
Por eso hay que defender la libertad siempre, porque también siempre hay alguien que nos la quiere quitar, y cuando lo logra, ya es muy difícil de recuperar. Así no se puede progresar. Mala señal para EU, y una advertencia para México que también va para allá. Tal vez el nivel de hostigamiento no sea el mismo, pero qué tal la intimidación del presidente López Obrador a los periodistas: “Si ustedes se pasan, ya saben lo que sucede”.
Sobre advertencia…
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