BIENESTAR

PESOS Y CONTRAPESOS
Durante el 2019, según la Estimación Oportuna del PIB, la economía mexicana decreció 0.1 por ciento (en 2018 creció 2.0 por ciento). La producción de bienes y servicios el año pasado resultó 0.1 por ciento menor que la del año antepasado.
Ante este resultado AMLO dijo, en la Mañanera el jueves, lo siguiente: “Ya se esperaba (el dato del PIB), pero están cambiando los parámetros para medir si tenemos bienestar en México, en nuestra sociedad, y como tengo otros datos puedo decirles que hay bienestar. Puede ser que no se tenga crecimiento, pero hay desarrollo y hay bienestar, que son distintos”.
Claro que crecimiento y bienestar son distintos. El crecimiento (cuantitativo) depende del aumento en la producción de bienes y servicios. El bienestar (cualitativo) de la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que disponen las personas (mismos que deben producirse).




Que el crecimiento y el desarrollo sean distintos no quiere decir que no estén relacionados. Lo están.
El crecimiento se mide por el compartimento de la producción de bienes y servicios, consecuencia de las inversiones directas que se destinan, precisamente, a producir bienes y servicios, a crear empleos (para producir alguien tiene que trabajar) y a generar ingresos (a la gente se la paga por trabajar).
El bienestar se mide por la cantidad, calidad y variedad de lo bienes y servicios de los que dispone una persona, mismos que hay que comprar, para lo cual se necesita generar ingreso, para lo cual se necesita trabajar.
Cierto, crecimiento y bienestar no son lo mismo, pero están relacionados: no puede haber mayor bienestar si no hay más crecimiento (producción, empleo, ingreso), sobre todo si aceptamos que lo correcto es que la persona viva gracias al trabajo propio (generación personal de ingreso), no gracias al trabajo de alguien más (redistribución gubernamental del ingreso), algo que AMLO no acepta.




En su libro Hacia una Economía Moral AMLO escribe, en la página 141, que “al Estado le corresponde atemperar las desigualdades sociales”, y que “no es posible seguir desplazando la justicia social de la agenda del Gobierno”. En la página 142 apunta que “nuestra propuesta consiste en establecer un Estado de bienestar igualitario y fraterno”, Estado de bienestar cuyo agente es el gobierno redistribuidor del ingreso, que le quita a Juan lo que, por ser producto de su trabajo, es de Juan (una parte de su ingreso), para darle a Pedro lo que, por no ser producto de su trabajo, no es de Pedro, todo ello a partir de la creencia de que las necesidades insatisfechas de Pedro le dan derecho a parte del producto del trabajo de Juan, y que el gobierno, vía la redistribución del ingreso, debe hacer valer ese derecho, lo cual da como resultado, no el Estado de Derecho, sino el Estado de chueco.
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