Bullying y violencia tolerada en la Escuela Médico Militar

margarito
Ricardo Homs

Las novatadas siempre han existido en las escuelas de todo el mundo. También se sabe que las más agresivas siempre han sido en las instituciones educativas de las fuerzas armadas. Sin embargo, hay límites donde esta tradición se convierte en un delito tolerado.
Se ha dado a conocer que la Comisión Nacional de Derechos Humanos ha emitido la recomendación 02/2016 dirigida al Secretario de la Defensa Nacional, Gral. Salvador Cienfuegos Zepeda, respecto a la denuncia de violencia generada por los cadetes del segundo y quinto año de la Escuela Médico Militar, en contra de un cadete de nuevo ingreso en el periodo septiembre 2012 a 2013.
Este hecho fue ampliamente difundido en los medios de comunicación en 2013, dándose a conocer detalles que definen la gravedad del suceso, pues no se refieren solamente al hecho aislado de las agresiones sufridas por el cadete Alfredo Segura Lagunas, -el demandante-, sino a una práctica cotidiana, tolerada por la dirección de esa institución educativa castrense, la cual se sustenta en el derecho de los alumnos de los grados superiores a cobrarse con los cadetes de nuevo ingreso, las afrentas recibidas por ellos mismos cuando ingresaron al plantel.
Este es el círculo vicioso de la violencia que hoy asola a nuestro país. La víctima de hoy podrá convertirse, -si las circunstancias se los permiten-, en los victimarios de mañana, pues con este cobro de facturas se da el proceso de restauración de la autoestima, como si con el castigo infringido a la víctima, se compensase el sufrimiento propio.
La revista Proceso del 20 de agosto del 2013 describe los hechos de esta denuncia que hoy presenta la CNDH, de forma pormenorizada, a partir del testimonio de la madre de la víctima, pues el cadete no estaba en condiciones sicológicas y físicas de hablar del tema por los daños recibidos por el maltrato acentuado a partir de que la familia de éste empezó a denunciar los hechos.
Esta práctica que se describe como sistemática y de la cual tiene toda la información la CNDH, implicaba desde violencia física, sicológica y hasta extorsión económica por parte de los cadetes de los grados superiores, quienes exigían a cada cadete de nuevo ingreso la entrega mensual de una despensa que tenía un costo aproximado de dos mil pesos.
Este caso que se volvió crítico por el ensañamiento en contra del cadete Segura Lagunas, -a partir de que su familia denunció los hechos y a cambio recibió represalias-, muestra el lado oscuro de las instituciones de este país, donde ante los casos críticos constitutivos de delitos, las autoridades a cargo de estas, afrontan el caso negando los hechos y ocultando la información ante autoridades externas, con lo cual se convierten en cómplices, para después presionar a quienes denuncian para que retiren los cargos y al final expulsando a éste si no se retracta.
En este caso concreto, la madre del cadete segura Lagunas se llegó a entrevistar con el director de la Escuela Médico Militar, lo cual nunca llevó a la búsqueda de soluciones.
Entre los tratos inhumanos a que se hace referencia están la obligación de los cadetes de presentarse en los baños de la escuela a las dos de la madrugada por órdenes de los cadetes de grados superiores, donde recibían un trato indigno y vejatorio. Se mencionan sin precisar agresiones de tipo sexual e incluso en la denuncia consta la ocasión en que un cadete de mayor edad apodado “El Loco” le encañonó con una pistola a menos de un metro de distancia y cortó cartucho.
Esta historia de agresiones finaliza con la expulsión del cadete manejada como renuncia voluntaria, después de recibir hostigamiento brutal que le dejó graves secuelas sicológicas y físicas según describe su madre, las cuales le imposibilitan para llevar una vida normal.
Seguramente hoy esos cadetes del quinto grado en 2013 ya estén ejerciendo funciones como médicos y cabe la pregunta: si todos los egresados de la Escuela Médico Militar pasaron por esa experiencia de haber sido primeramente víctimas y luego agresores de sus compañeros de primer ingreso, ¿cuáles son las secuelas sicológicas que ésto deja en la escala de valores morales del individuo en una profesión cien por ciento humanista como es la medicina?.
Es imposible impedir estas relaciones de violencia que surgen de la convivencia cercana de grupos humanos, pues siempre habrá quienes traten de abusar de los vulnerables o indefendos.
Sin embargo, es imperdonable que no existan los mecanismos de control y orden para impedir el abuso y la violencia apenas se detectan dentro de las instituciones, en lugar de que sean toleradas por los directivos como parte de “usos y costumbres”.
Es necesario romper con estas prácticas institucionales viciadas y para ello es imprescindible fincar responsabilidades penales a los directivos a cargo de todas las instituciones cuando se detectan abuso, violencia o bullying, -ya sea en instituciones públicas o privadas-, como escuelas y planteles de enseñanza, clubes, empresas y centros de trabajo y por supuesto en las cárceles.
Si no se rompe este círculo vicioso de la violencia, podremos esperar aún cosas peores.
E-mail: ricardo.homs@usa.net