Combate al huachicol, sí. Pero no a cualquier precio

La semana pasada comparecieron ante la Tercera Comisión de la Comisión Permanente de Hacienda y Crédito Público del Congreso de la Unión, Jonathan Heath y Gerardo Esquivel, ambos destacados economistas que el presidente López Obrador, ha propuesto para ocupar las dos vacantes que hay para el cargo de subgobernador del Banco de México.
Estas dos vacantes se deben, una a la conclusión del período del subgobernador Manuel Ramos Francia, y otra, a la renuncia al mismo puesto que presentó Roberto del Cueto.
Heath advirtió en esta comparecencia, que si el desabasto de gasolina que ha afectado al centro y occidente del país, se prolongara más allá de febrero o marzo, sería “peligroso” para la economía, ya que también limitaría el consumo doméstico al afectar las actividades normales de la población.
Esquivel coincidió con esa opinión, y dijo que el impacto sobre la inflación y el crecimiento dependerá de la duración del retraso de la distribución de combustible.
Heath también señaló la posible afectación sobre los precios, dado que la falta de gasolina puede ocasionar “desabasto de alimentos y otro tipo de productos”.




Como hemos dicho en esta columna, las leyes de la oferta y la demanda no se pueden suspender, esas siempre están funcionando.
Pero claro, no todo es malo. Esquivel destacó que la estrategia de combate al robo de combustible tiene un beneficio “potencial” en términos de ahorro para Pemex, y claro, para las finanzas públicas, que dejarán de perder ese recurso que al año asciende hasta 60 mil millones de pesos.
Sin duda es de aplaudir que el gobierno de la República esté combatiendo el llamado “huachicol” -y nadie en sus cinco sentidos podría oponerse a ello-. Pero no hay que perder de vista tampoco las advertencias de los especialistas para que no nos vaya a salir más caro el caldo que las albóndigas.
El costo en tiempo (el más escaso de los recursos) y dinero para las personas, las empresas y la actividad económica, puede terminar siendo más alto que el huachicol mismo.




Por ejemplo, no olvidemos que el propio presidente López Obrador ha anunciado la compra de pipas para transportar combustible “con los ahorros” que se tendrán por la gasolina no robada. Es decir, ni siquiera habría el supuesto ahorro, pues ahora el recurso se gastará en camiones.
Por si eso fuera poco, a pesar de los supuestos protocolos aplicados para suspender el bombeo de gasolina cuando se detectara pérdida de presión en algún ducto, ya ocurrió una desgracia el viernes pasado en Tlahuelilpan, Hgo., que al cierre de este artículo ha dejado un saldo de 79 personas fallecidas. Así que también en cuanto al número de vidas perdidas por esta lamentable tragedia, la estrategia contra el “huachicoleo” deja mucho que desar.
En suma, debemos cerrar filas con el presidente en el combate al huachicol, pero nosotros y sobre todo él, debemos entender que no se puede hacer a cualquier precio. Si la “medicina” está resultando más cara que la enfermedad, es hora de cambiar de remedio.