CONSUMO Y CRECIMIENTO, ¿RELACIÓN CAUSAL? (Cuarta de cinco partes)

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Arturo Damm Arnal

PESOS Y CONTRAPESOS
El consumo no puede ser la causa del crecimiento económico, que se mide por el comportamiento de la producción de bienes servicios, por la creación de riqueza, que consiste precisamente en los servicios y bienes con los que satisfacemos nuestras necesidades, gustos, deseos y caprichos. No solamente no puede serlo, sino que es exactamente lo contrario, no creación de riqueza, sino destrucción de la misma, que en ello consiste el consumo. Al disponer de un satisfactor (cualquiera) para satisfacer una necesidad (la que sea) el consumidor destruye (de una sola vez o poco a poco) riqueza. Piénsese en lo que pasa al comer y beber, buenos ejemplos por tratarse de necesidades básicas. Al comer destruimos comida, al beber destruimos bebida, comida y bebida que son satisfactores, que antes de consumirse deben producirse.
Consumir implica destruir riqueza, no crearla, razón por la cual afirmar que el consumo es la causa del crecimiento, que se mide por el comportamiento de la producción de satisfactores, es un disparate y, además, algo peligroso por las implicaciones de política económica que tal afirmación (de creérsela) trae consigo. Si el consumo fuera la causa del crecimiento, y el crecimiento es deseable, para conseguir el segundo bastaría con incentivar el primero, para lo cual el gobierno podría producir dinero y repartirlo entre la gente, quien usaría la cantidad extra dinero para demandar más satisfactores (¿quién no tiene una necesidad, un gusto, un deseo o un capricho insatisfecho?), primer paso para poder consumir más. Esto, que dicho así resulta ridículo, es, explicada de la manera más sencilla posible, la esencia de la receta keynesiana: si se incentiva el consumo se incentiva el crecimiento, para lo cual el gobierno debe gastar más, y financiar ese mayor gasto con producción de dinero, más dinero que tarde o temprano llega a las manos de la gente, permitiéndole demandar más bienes y servicios, y por ello consumir más satisfactores, lográndose así un mayor crecimiento de la economía. ¿Así de fácil? No, por supuesto que no.
Continuará.
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