DAPHNE… PORKYS Y REDES SOCIALES

margarito
Ricardo Homs

Es una realidad que en nuestro país hay indiferencia y desinterés gubernamental por castigar a los culpables de agresiones sexuales a las mujeres. Es un grave problema donde están involucradas tanto las autoridades, -por no solidarizarse con las víctimas-, como los paradigmas machistas de la sociedad mexicana.
Sin embargo, los extremos pueden generar injusticias si no existe la convicción de hacer justicia.
El caso de Daphne Fernández y los cuatro muchachos a los que en Veracruz se acusa de violación: Jorge Cotaita, Enrique Capitaine, Gerardo Rodríguez y Diego Cruz, genera más dudas que certezas.
Los medios de comunicación y la sociedad ya emitieron su veredicto, ¡ellos son culpables!. Sin embargo cuando se analiza el tema, surgen dudas.
Sin embargo, el manejo ligero de este caso por los noticieros, esto llegó demasiado lejos al grado de que el grupo Anonymous en redes sociales ya habla de delincuencia organizada, debido al manejo confuso e inexacto de los noticieros. Porque alguien los calificó como los “Porqkys de Costa de Oro”, -en alusión al barrio donde viven-, ya se les confundió con una banda delincuencial y hasta se habla de “trata de personas”. Sin embargo, los Porkys son otros.
Sin restar importancia al acto cometido, -el que fuere-, el linchamiento mediático llegó a exigir intervención de organizaciones internacionales de derechos humanos para tratar de delincuencia organizada a cuatro estudiantes, hijos de familia, que en estricto sentido son “presuntos culpables”, pero que ya están siendo tratados como delincuentes consumados sin que exista un veredicto de un juez.
En el derecho penal siempre se considera la existencia de indicadores que dan la magnitud y gravedad del delito y con ello la pena, pero aquí ya se trastocó ese principio fundamental del derecho.
Evidente que un tema tan emocional y delicado como éste, nos lleva a todo aquel que tenga hijos a solidarizarse con el dolor de los padres y de la víctima. Por ello de inmediato surge el veredicto: son culpables.
Sin embargo, entre más versiones se escuchan de gente cercana a los involucrados, -la víctima y a quienes se consideran victimarios-, surgen dudas, pues este caso no es “blanco o negro”, ya que tiene muchos matices. Tan terrible sería dejar sin justicia a Daphne si realmente ellos fueran culpables de violencia sexual, como castigar con todo el peso de la ley y cambiar la vida de los cuatro muchachos si la historia que nos cuentan no es tan simple como lo manejan las redes sociales y los medios de comunicación.
Definitivamente la verdad auténtica sólo la conocen los cuatro muchachos y ella, porque todo sucedió en intimidad y sin testigos.
Primeramente, se debe considerar que los cuatro muchachos no son rufianes y si cometieron un error tan grave como el que se les imputa, no hay antecedentes en la conducta de ellos.
También debemos entender que por sentido común, los padres deben dar credibilidad a lo que dice su hija y con base en ello, defenderla. Cualquier padre reaccionaría igual y del mismo modo. También debemos considerar que difícilmente una hija reconocería ante sus padres haber cometido un error que involucre valores morales que contradicen la educación socialmente correcta según nuestros paradigmas sociales.
Se sabe que ella no subió a la camioneta por la fuerza ni por amenazas, pues eran amigos de ella y parte de su círculo cercano. Por lo que dicen quienes conocen el caso, Daphne quedó en verse con uno de ellos, quien pasó a buscarla.
El segundo punto a considerar es que el que quedó en verse con ella la invitó a su casa, donde vive con sus papás, en un fraccionamiento residencial de alto poder adquisitivo y no en algún motel, el coche o algún lugar donde acostumbran cometerse los delitos sexuales violentos.
Él venía con sus tres amigos de algún otro lugar.
La versión que da ella y su familia es que hubo sexo forzado y ello es lo que la sociedad y los medios de comunicación dan por sentado.
Sin embargo, dada la relación que había entre todos los implicados, -ella y sus amigos-, también pueden haberse dado otras posibilidades que son… ¿pudo haber existido un acuerdo consensuado?, ¿pudo haberse dado un acuerdo y luego ella se desistió y de todos modos se consumó lo acordado inicialmente?. ¿Los cuatro tuvieron sexo total con ella o sólo el dueño de la casa y los otros sólo fueron cómplices?. Ésta y otras posibilidades deben ser analizadas por la autoridad competente antes de emitir un juicio.
El famoso video con el que la sociedad da por sentado la culpabilidad fue manipulado por el papá de la víctima, quien envolvió emocionalmente a los muchachos, -y ello se ve en el video con los sentimientos de culpa-, pero ¿les dijo que los estaba grabando?.
Es la malicia de un adulto contra la inmadurez de cuatro muchachos.
Muchas dudas surgen respecto a la magnitud de la responsabilidad de todos los involucrados, pero hoy ya se nota que hay intereses de gente ajena al caso, en generar un escándalo, más que exigir la aplicación de la justicia.
Ya en los medios masivos de comunicación se habla de que la subieron a Daphne la fuerza a la camioneta, lo cual nunca se dijo cuándo se destapó el escándalo allá en Veracruz.
La justicia exigida mediáticamente es como el teléfono descompuesto. Los comentaristas de TV, reporteros y quienes manejan las redes sociales, van añadiendo lo que suponen que sucedió y el resultado son las injusticias.
Debemos exigir justicia, pero de verdad. Si son culpables de haberla forzado a tener sexo, entonces sí deben enfrentar la justicia cada uno de ellos en la medida de su participación, pero si no fue así, lo justo es llegar a la verdad absoluta y darlo a conocer sin que esto llegue al ámbito judicial.
Tan malo es la impunidad cuando hay un delito comprobado, como castigar con rigor cuando hay falsedades o inexactitudes de por medio.
La justicia de verdad significa no dejar impune un delito, pero también no castigar a un inocente.
En este caso complejo está actuando en contra de los inculpados el estereotipo popular que se ha convertido en “trending topic” , -llamado inicialmente “Los Mirreyes” y hoy “Porkys”-, donde nacionalmente se capitaliza la animadversión hacia hijos de empresarios.
Seguramente el caso de Daphne la opinión pública lo emparejará con el de los jóvenes Jorge Francisco Pereda Ceballos, Serafín González García y Oswaldo Rafael Cruz, a quienes las autoridades identifican como aquellos que grabaron la violación de otra jovencita a quien uno de ellos agredía sexualmente y la subieron a Youtube. Es evidente que este otro caso es diferente, pues existe la evidencia exhibida por los mismos agresores.
La justicia no se debe generalizar, sino aplicarse de modo particular considerando las evidencias. Nunca dos delitos son exactamente iguales.
Debemos exigir a las autoridades llegar a la auténtica verdad y no reaccionar ante la presión mediática simplemente, -avalando lo que las redes sociales y los medios de comunicación quieren oir-, que es la aceptación de que son culpables y cuál será el castigo.
De este modo Poncio Pilatos hace casi dos mil años cometió una gran injusticia que cada semana santa conmemoramos, que fue castigar a quien él mismo consideraba inocente, pero temeroso de imponer su autoridad para impartir justicia de verdad, lo ofreció a la turba para que lo crucificaran.
Hoy en México se impone la justicia de Poncio Pilatos cuando los medios de comunicación y las redes sociales exigen un culpable. Entonces las autoridades buscan un chivo expiatorio que ofrecer a la sociedad enardecida, para atemperar los ánimos.
¿Esa es la justicia que queremos?
E-mail: ricardo.homs@usa.net