ECHALEGANISMO Y ALGO MÁS

PESOS Y CONTRAPESOS
Echaleganismo es un neologismo que ha ganado espacio, sobre todo, en redes sociales. Omar Quintana lo define así: “Echaleganismo, s, m. De la frase “échale ganas”. Dícese del concepto con el cual cualquier problema puede ser solucionado por el “echarle más ganas”, y agrega: “Dícese de aquella cultura que cree que el individuo es el único responsable de su situación”, sin tomar en cuenta muchos otros factores que influyen, para bien o para mal, en la eficacia de la acción humana, muchos otros factores entre los que hay que contar a los sistemas económicos, que los hay justos (respetan los derechos de los agentes económicos) y eficaces (aumentan el bienestar de las personas), así como injustos (violan los derechos de los agentes económicos) e ineficaces (reducen el bienestar de las personas). Los sistemas económicos eficaces lo son porque son justos. En economía la eficacia es resultado de la justicia.
El “echarle ganas”, el poner de nuestra parte y emprender, el estudiar y trabajar, el ser productivo y competitivo, el caerse y levantarse, el inventar y crear, es la condición más importante para salir adelante en cualquier campo de la acción humana, comenzando por el económico: producción, oferta y venta, por un lado, demanda, compra y consumo, por el otro, pero no es condición suficiente, habiendo muchas otras que deben cumplirse para poder salir adelante, que van, desde contar con los medios necesarios para lograr los fines (quien quiere los fines necesita los medios), hasta disponer de la ayuda de los demás (por medio del intercambio). Un náufrago en una isla, por más que le eche ganas, no logrará más que sobrevivir a duras penas.
En el campo de la economía, del cual depende el bienestar de la gente, comenzando por la satisfacción de las necesidades básicas, para tener éxito, además del “echarle ganas”, se necesita, entre otras muchas cosas, del marco institucional correcto, que le permita a los agentes económicos, tanto por el lado de la producción, como por el del consumo, obtener los mejores resultados posibles. No cualquier marco institucional es correcto.
Por marco institucional hay que entender las reglas del juego, en concreto las normas jurídicas, que deben ser justas, para lo cual deben reconocer plenamente, definir puntualmente y garantizar jurídicamente los derechos de los agentes económicos a la libertad individual para, desde producir hasta consumir, y a la propiedad privada sobre, desde los medios de producción hasta los ingresos. Ese marco institucional justo desde el punto de vista de la ética es, desde el punto de vista de la economía, el eficaz, el que incrementa el bienestar de la gente, el que permite que cada quien, echándole ganas, avance los más posible.
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