La fórmula de AMLO en el DF: Más gasto, más deuda y más pobres.

Poco a poco y sin prisa alguna los días antes del gran día se van consumiendo; la expectativa de quienes viviremos las consecuencias de sus buenas o malas decisiones, a su vez, va sintiendo el nerviosismo de las encuestas, de las declaraciones y spots, de la incertidumbre ante un futuro impredecible.
Y es que ante la incertidumbre del resultado presidencial no hay mucho que hacer salvo sacar estimaciones, datos, estadísticos e incluso proyecciones hechas con base en resultados conseguidos por gestiones previamente llevadas a cabo, es decir, tenemos el pasado para darnos una idea de cómo será el futuro.
Una vez dicho lo anterior, hagamos estimaciones, saquemos datos, estadísticos y fijemos proyecciones: Andrés Manuel López Obrador ¿Económicamente bueno, malo o imponderable en lo que antes era el DF? Eso se los dejo a su juicio, yo pongo ante ustedes algunos datos que llamaron mi atención y, claro está, mi muy particular punto de vista.
Voy a ser muy concreto en el uso de cifras para evitar confusiones en los datos.
Para el 2001, primer año efectivo de AMLO como jefe de gobierno, el PIB de la CDMX estaba en 1.17 billones de pesos a precios corrientes según la SECOFI, cifra que fue incrementándose durante el mandato del ahora candidato presidencial, sin embargo, según el Análisis de competitividad realizado por el IMCO en el 2010, la ahora Ciudad de México estuvo por debajo del promedio de crecimiento estatal en este rubro, superando solo el promedio nacional en el 2002 y teniendo su peor pico en el año siguiente.
Otro punto a considerar es el declive en la inversión extranjera directa – pasó de 10 211 millones de dólares en 2001 a 3 485 millones en 2003 y se recuperó a 6 239 millones de dólares en 2005, curiosamente el año en que se fue – es decir, López Obrador fue incapaz de generar un ambiente propicio para los inversionistas quienes prefirieron, directamente, no arriesgarse al disminuir sus participaciones o retirar parte de sus capitales ante la incertidumbre que generaba una política económica basada en el gasto, que muy probablemente podía convertirse en ejercicios impositivos mucho más invasivos para empresarios ante la necesidad de sostener programas sociales tan “amplios” (Por mencionar solo una variable de entre muchísimas otras)
Por otro lado, el rubro que sí vio un crecimiento fue el del gasto público, aumentando con ello la deuda adquirida – pasó de 32 788 millones de pesos en 2001 a 41 439 millones en 2005 – y trayendo a su vez un incremento en la población económicamente activa desempleada – por cada 100 mil habitantes había 3.9 desempleados en 2001; para 2005 ya eran 5.6 -, así como en la pobreza dentro del otrora DF – Hablando de pobreza patrimonial, que es donde se mide la capacidad de solvencia respecto a educación, salud, viviendo, transporte y vestido, misma que pasó del 28% al 31.1% –
Entonces, ahora que tenemos los datos en la mano, podemos darnos una idea de cuál fue la fórmula de AMLO: Más gasto, más deuda, más pobres y menos inversión privada. Ni más, ni menos
Más gasto por las onerosas y opacas obras públicas que hoy día son un misterio en cuanto a su verdadero costo para la sociedad; Más gasto por el incremento de programas sociales de amplia cobertura que al carecer de un fundamente económico o de planeación, no pudieron ayudar a disminuir la cantidad de pobres en la ciudad.




Menos inversión por la pésima relación de Andrés Manuel con la participación de particulares que incluso hoy día se hace manifiesta; Menos inversión por ser incapaz de darle fuerza a las instituciones, a las que debiesen ser imparciales y no serviles de su “proyecto”
De este modo es más fácil entender como ambiciosos proyectos de infraestructura no generaron empleos para el residente de la ciudad, como grandes cantidades de dinero público gastado en programas sociales no hicieron menos pobre al pobre pues la productividad, la competencia y el desarrollo solo viene de privados, de individuos como usted y yo.
Naturalmente, en una entidad federativa y gracias a su estructura fiscal, las consecuencias pueden palearse con el solo extender la mano al resto de la federación, sin embargo, cuando no hay nadie a quien pedir, cuando cada peso cuenta… ¿Ve usted, en este modelo de pocos réditos para el ciudadano, por lo menos en lo económico, una respuesta?
Como dije: los datos están ahí. Siéntase libre de interpretarlos como mejor crea conveniente, eso sí, sea siempre usted un paladín de la parcialidad y que los colores de sus preferencias no le estén comiendo el mandado.