La próxima gran crisis mexicana (que podría ser culpa de China… ¡y AMLO!)

Lea el artículo anterior. Los bancos centrales no salvarán al mundo de la nueva crisis
Seguramente han oído hablar o leído sobre las “ciudades fantasma” en China (sobre las que hablamos también el año pasado aquí), ubicadas a lo largo del país y que forman parte de la estrategia de urbanización del gobierno y a la fuerte inversión estatal en infraestructura. Se estima que, entre 2011 y 2013, se vertió más cemento en China que en Estados Unidos en todo el Siglo XX. ¡De ese tamaño!
En paralelo a esta estrategia, la creciente clase media china, que ya tiene sus propias viviendas, compra más propiedades para usarlas como un vehículo de inversión y ampliar su patrimonio e, históricamente, los precios han subido.
Si en Estados Unidos el principal barómetro de confianza en la economía es el mercado accionario, en China son los precios de los bienes raíces, tanto es así que el 75% de la riqueza de los hogares chinos está concentrada en estos activos, mientras que en Estados Unidos, como podemos ver en esta gráfica de Zero Hedge, es de solamente 28%.

Sin embargo, un dato recién publicado nos indica que una burbuja inmobiliaria en aquel país puede reventar: hay 50 millones de casas deshabitadas en China, esto es una quinta parte de todas las viviendas en el país y, si los precios empiezan a caer, muchas personas que tienen inversiones en bienes raíces venderían con tal de aminorar sus pérdidas, contribuyendo a una espiral hacia abajo hasta provocar una posible recesión.
Es dudoso que en cifras oficiales Beijing acepte un decrecimiento, pero una “desaceleración” muy pronunciada podría ser señal de lo que en realidad es una recesión con todas sus letras.
En años anteriores han surgido señales de esta burbuja, pero el gobierno ha tratado de ‘reinflarla suavemente’ comprando activos en viviendas para que los precios de estas no se desplomen.
“Si surge alguna grieta en el mercado inmobiliario, esas casas vacías golpearán a China como una inundación”, dijo a Bloomberg Gan Li, profesor de la Universidad de Finanzas y Economía del Suroeste de Chengdu y responsable del estudio sobre el número de viviendas sin habitar.
El académico aclara que las 50 millones de residencias vacías sólo corresponden a las que no han sido aún compradas, por lo que el verdadero número de casas solitarias puede ser aún mucho mayor.
Una gran burbuja inmobiliaria es una pesadilla para el gobierno chino, pues si esta revienta, la estabilidad económica y social del país estaría en riesgo.
¿Creen que exageramos? Existen reportes de prensa sobre propietarios de casas furiosos que reclaman a los desarrolladores inmobiliarios que empiezan a vender propiedades hasta con 30% de descuento, cuando los primeros compradores pagaron el precio completo.
“Los bienes raíces representan aproximadamente el 70% de los activos totales de las familias urbanas chinas: una casa es tanto riqueza como estatus. La gente no quiere que los precios aumenten rápido, pero tampoco quieren que caigan demasiado rápido”, dijo Shao Yu, economista en jefe de Oriental Securities.
Y esto es solamente una parte de la gran crisis que se puede desatar. La otra está en la incesante deuda que han contraído millones de chinos para pagar esas casas. Como recordarán, la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos fue inflada por el otorgamiento de créditos a personas que no tenían los ingresos, a veces ni empleo ni activos para pagar una casa. Algo muy similar ocurre en el lejano Oriente.
Según el medio de comunicación financiero chino Caixin, las hipotecas personales pendientes se han multiplicado por siete billones de yuanes (430,000 millones de dólares) en 2008 a 22.9 billones de yuanes en 2017, con datos del Banco Popular (central) de China, el PBOC. Esto es más de la mitad de la deuda total de los chinos.
La preocupación por la burbuja inmobiliaria ya está en las más altas esferas de Beijing. El presidente chino, Xi Jinping declaró en octubre que “las casas son para habitarlas, no para la especulación”. La pregunta que queda es: ¿cuánto tiempo podrá el gobierno mantener la imagen de estabilidad económica? Cuando esa burbuja estalle como lo hacen todas, hará ver a la crisis de hipotecas subprime (que originó la crisis de 2008 y Gran Recesión de 2009) como un juego de niños.
Esto se lo digo porque como en México debemos anticiparnos.
Este factor externo puede convertirse en un “tsunami” que arrase con los activos denominados en pesos. ¿Por qué, si China está muy lejos?
Bueno. China es la principal economía emergente, y la segunda economía más grande del planeta después de EU. Cuando a China “estornuda”, a las economías en desarrollo le da pulmonía.




Beijing ejerce un duro control sobre las cuentas de capital, pero sabe que (y es su plan) que tendrá que ir relajando esos controles para seguir avanzando en su objetivo de internacionalización de su moneda, el yuan o renminbi (RMB). Como quiera, con más relajación de esos controles o no, la burbuja de deuda china es una inundación que está todavía contenida como en una presa, pero la presión va en aumento y tarde o temprano o dejan pasar esa liquidez (fuga de capitales), o lo hará por la fuerza.
En cualquier caso, cientos de miles de millones de dólares de economías emergentes correrán a buscar la protección del dólar, del yen, del oro, de la plata, y otros activos refugio, con lo que las monedas débiles de estas economías (como el peso mexicano) sufrirán una considerable pérdida de valor, fuga de capitales, contracción económica, desempleo… en una palabra, una crisis muy severa.




Aquí le recuerdo que esto se da en un marco de tasas de interés al alza en dólares, en EU, lo que hace más atractivo volar hacia aquella seguridad.
Por eso la próxima gran crisis financiera mexicana, podría detonarla un factor externo como la “bomba” china, en un escenario en el que aquí, López Obrador con sus malas decisiones económicas podría seguir empeorando los de por sí frágiles fundamentos de la economía mexicana.
¿Cuándo llegará esa tormenta perfecta? No podemos adivinarlo, pero sí con este y otros análisis, podemos advertir que el invierno económico está cada vez más cerca de nosotros.
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