Las calles tienen dueño

La opinión

Las máquinas de coser detuvieron su marcha. Rodolfo, José y otros trabajadores tomaron rumbo del comedor; momentos que la delincuencia aprovecharía porque sabía dichos procesos cotidianos y alistaba su plan.  
En el taller de costura ubicado en la calle Manuel Doblado, colonia Centro, el hijo del dueño permanecía de guardia cuando llamaron a la puerta. El futuro inmediato de Antonio estaba trazado.
“Abrí y entraron dos personas con tapabocas, con gorra, los dos tenían sweater blanco y el primero que entró lo hizo con una caja envuelta en una bolsa negra, me apuntó con un arma y fue el que me sometió, me tiró al piso y empezó a revisar mis bolsas”, narra un asustado Antonio. Esta charla se entabla en una bodega de telas porque teme represalias.
No fue un asalto. Los hampones no hurtaron objetos de valor. Buscaban amedrentar, intimidar.
Tejidos
Hace cinco meses, comerciantes establecidos en la colonia Centro, delegación Cuauhtémoc, denunciaron extorsiones y amenazas por parte de los vendedores informales, quienes tienden su mercancía afuera de los locales comerciales. “A través de los puestos semifijos que ponen, las calles quedan totalmente cubiertas; no se quitan, tienes que pagarles para que lo hagan”, relataba Fernando, padre de Antonio.
Durante semanas denunciaron a quienes los amagaban, pero no fueron atendidos por la autoridad delegacional. Sólo consiguieron más desencuentros con los comerciantes ambulantes. Estaban a su merced.
Cinco meses después, Antonio fue sometido, aseguran, para acallar las denuncias que su padre levanta.
Las videocámaras del taller captaron el momento. Uno de los encapuchados exige al muchacho decir la ubicación de su padre. “Tenían conocimiento de mi persona, de mis familiares, me conocían, era alguien que ya había estudiado mis movimientos”, describe Antonio.
El “asalto” duró más de 10 minutos, sin que autoridad alguna acudiera al llamado de auxilio, “me propinaron un rodillazo y me tuve que tirar al piso, me amarraron de pies y manos, con lo cual me amenazaron y dijeron que no hiciera una tontería”.
En estas condiciones trabajan decenas de locatarios en la calle Manuel Doblado, en la zona de Mixcalco. Víctimas constantes de agresiones, amenazas y asaltos.
Encerrados
Fernando tiene más de 20 años maquilando ropa en Manuel Doblado, pero los últimos 4 encerrado en su taller; afuera de éste se apuestan decenas de estructuras metálicas que impiden el acceso de clientes y que volvieron la zona en corredor delictivo.
“Quitarlos es negociar con la mafia, tienes que pagar hasta 500 pesos porque te dejen un espacio libre para que entren los compradores que además ya tampoco vienen porque ven el desorden y por supuesto la inseguridad que esto provoca”, dice un preocupado Fernando, quien en el ùltimo año despidió a 15 trabajadores al no poder pagar sus sueldos, producto de la baja en las ventas.
Actualmente, este hombre ofrece empleo a 35 personas; una fuente de trabajo que corre riesgo porque este empresario no descarta irse. “Después del asalto y que sometieron a mi hijo, presentamos la denuncia y la autoridad no hizo nada, estamos indefensos, los comerciantes tienen el control y yo ya no quiero exponer a mi familia”.
Este equipo de trabajo camina por la calle Nacional. Juan pide apresurarnos, teme que nos vean. Así llegamos a la bodega de otro taller de costura, habilitado en una vecindad del barrio. Este hombre es otra víctima de amenazas y extorsiones.
“En mi caso llevo meses, incluso años, pidiendo la intervención de la autoridad, los informales se ponen afuera de mi local y nadie los quita, y si te pones al pedo, llegan más de 20 personas y te amenazan, están perfectamente organizados”, comparte Juan.
Quienes amedrentan a los comerciantes establecidos, conocen sus movimientos, incluso a sus familiares. No se trata de grupos improvisados buscando sòlo ganar un lugar en vía pública.
Fernando y Juan tienen razón, de poco sirve denunciar si la propia autoridad, como lo describen decenas de locatarios, permite e incluso cobra derecho de piso al comercio informal.
Extorsiones
Mafias perfectamente organizadas controlan las calles de Mixcalco. Montar una estructura metálica para vender, por ejemplo, bisutería, tiene un alto costo: de 3 mil 500 a 20 mil pesos el metro cuadrado. El dinero se entrega a cuando menos cinco lìderes que operan el sitio y que a su vez rinden cuentas a funcionarios públicos.
Corrupción dentro de la corrupciòn. Los comerciantes ambulantes también pagan su propio “derecho de piso” éste lo cobran inspectores de la delegación Cuauhtémoc. “Desde hace mucho tiempo vienen por su cuota semanal, las mafias operan a su amparo”, relata un vendedor informal.
Hace tres meses, Fernando videograbó una mesa de negociación con autoridades de la delegación. Al volver a exponer la problemática y extorsiones de las que son víctimas, se puede escuchar a un funcionario: “no podemos hacer nada, le toca a la autoridad del espacio público”.
Pasan los días, semanas, meses; los comerciantes establecidos comenzaron a irse, no tuvieron alternativa, y llevan entre sí el empleo de decenas de personas que ya engrosan las filas del desempleo. Y es que las calles de Mixcalco, principalmente Manuel Doblado, no es vía pública; hace un tiempo ya tienen dueño.

Óscar Hernández Bonilla es reportero de investigación en Proyecto 40. Conductor suplente en Informativo 40. Especializado en temas sociales y seguridad. Coberturas electorales, desastres naturales,  e internacionales: guerrilla de las FARC. “En cualquier parte hay algo valioso, digno de narrar; el reto es descubrirlo”.

E-mail: oskarhbonilla@gmail.com

Twitter: @ohernandezb