López-Gatell: el “planificador central” en jefe

El socialismo/comunismo es imposible. La planificación central de que se vale, también lo es. No se puede conocer de antemano todas las necesidades, gustos y preferencias de los consumidores, siempre cambiantes, pensantes, actuantes y que todo el tiempo están tomando decisiones.
Justo por eso en el 100 por ciento de experimentos socialistas de planificación de la economía, el resultado ha sido un completo desastre que ha costado -literalmente- decenas de millones de vidas humanas.
Dos paradigmas de esas tragedias se vivieron en países como Rusia y China en el siglo XX, países que sólo tras abandonar esos sistemas económicos, han comenzado a consolidarse como potencias, transformándose de forma paulatina, en economías de mercado con diversos grados de apertura.
Rusia y China, no volverán jamás a la vieja planificación central, pero ese, es otro tema.
Lo anterior lo traigo a cuentas porque en el México de la crisis del coronavirus, estamos padeciendo el inicio de una debacle económica que traerá más devastación que la propia Covid19, a causa justo de la “planificación central” que encabeza el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.




El sofisma parece inatacable: “hay que defender la salud por encima de la economía; ¿para qué la queremos? Si nos enfermamos, todos estaremos muertos”.
El problema con esa aparente justificación es que parte de un soporte falso: “si nos enfermamos de Covid19, moriremos”.
Más todavía. Esa errónea suposición es usada para esparcir miedo, y para paralizar la economía mexicana que ya venía de una recesión en 2019.
Así, el “planificador en jefe” López-Gatell, se ha valido de la popularidad que ha adquirido entre los mexicanos para influir en el presidente López Obrador, y decretar que sólo las actividades “esenciales” serán las que continúen operando.
Dejar que el gobierno decida qué actividades económicas son esenciales y cuáles no, es un acto descarado de planificación central al estilo de la URSS y de la China de Mao.




Las consecuencias, como en aquellos tiempos, serán cataclísmicas. Es difícil para en seco una economía, pero luego, es todavía más complicado echarla a andar de nuevo. Puedes hacer caer la economía por la ventana, pero sólo puede volver a subir por las escaleras.
Las grandes potencias pueden darse el lujo de lanzar grandes programas de rescate, apoyos económicos y fiscales por trillones de dólares, con bancos centrales que inyectan liquidez a niveles y velocidad nunca vistos, pero México, no es una de ellas. Eso, sin contar que el presidente López Obrador se niega a solicitar apoyos (préstamos) internacionales para enfrentar la crisis.
En este contexto, es urgente que el motor económico interno se reactive, o vamos a padecer una Gran Depresión de la que no nos recuperaremos en muchos años.
Por supuesto, trabajadores y empleados, maestros y alumnos, todos, al regresar a sus distintas labores, deben seguir de manera rigurosa las recomendaciones de prevención por todos conocidas para contener la propagación de la pandemia ¡igual que ahora lo están haciendo los sectores autorizados por el gobierno por ser “estratégicos”!
Y es que para cada productor y consumidor, los bienes que produce o demanda son esenciales, por lo que no debe volver a ocurrir lo que han hecho, por ejemplo, con la industria cervecera: la Sader les autorizó continuar sus actividades, para después López-Gatell declar que se trató de “un error que se va a enmendar” y les volviera a cerrar las puertas.
No puedo prejuzgar sobre las calificaciones del subsecretario de Salud en su área, pero sí asegurar que en materia económica está reprobado. Así, como ignorante económico está haciendo de “gran planificador”, capaz de autorizar a su criterio las actividades productivas que considera “esenciales”.
Permitir que dichas “actividades esenciales” puedan operar, es la admisión explícita de que es perfectamente posible que la economía siga funcionando durante la contingencia, sin tener que condenar a millones de trabajadores y empresarios a la ruina.
El asunto es muy serio: Si López Obrador no le quita a López-Gatell sus poderes de “gran planificador central”, su sueño de la Cuarta Transformación quedará enterrado para siempre, y como presidente, cargará toda la culpa de los excesos de su subsecretario. ¿Corregirá?