LOS DOS PODERES

PESOS Y CONTRAPESOS
“Lo que queremos es que el gobierno represente a todos. Así como hubo la separación en su momento del Estado y de la Iglesia, porque a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, así se necesita ahora una separación del poder económico del poder político…”.
Así lo dijo AMLO, el 2 mayo de 2018, en plena campaña electoral, y todo indica, a partir de la cooperación “voluntaria” que el presidente pidió a cien empresarios para comprar boletos para la (no) rifa del (no) avión presidencial, que, el menos en este caso, lo que vale es la cercanía entre poder político y el económico, la proximidad entre el gobernante y el empresario, cercanía que es cooperación, todo lo cual tiene un nombre: capitalismo de compadres, que no es tan malo como el capitalismo de Estado (en el cual el gobierno es el dueño de los principales medios de producción), pero tampoco tan bueno como el verdadero capitalismo (en el cual el gobierno, no siendo dueño de medios de producción, tampoco concede privilegios a los capitalistas privados).
Mucha gente se pregunta por qué estuvieron los empresarios (75 de los 100, según informó AMLO) dispuestos a comprar “voluntariamente” 20, 50, 100 o 200 millones de pesos en boletos para la mentada rifa. Porque les convino, o por quedar bien con el presidente, o por el premio (zanahorias) que esperan recibir, o por el castigo (palos) que pretenden evitar.
Centro la atención en la segunda razón, el premio que esperan recibir, relacionada directamente con el capitalismo de compadres, con el contubernio entre el poder político y el económico, por el cual ambas partes ganan: el poder económico mayores utilidades (vía protecciones, subsidios, concesiones, etc., otorgadas por el poder político), y el poder político la incondicionalidad del poder económico (vía, como quedó patente en la tamaliza de Palacio Nacional, la pronta respuesta al llamado presidencial), integrándose así la cúpula del poder, que siempre ha sido del poder político y el económico, con una ventaja para el segundo: los políticos van y vienen más rápido que los empresarios. Hoy, los políticos de la cúpula del poder, comenzando por el presidente, no son los que fueron en sexenios anteriores, pero los empresarios siguen siendo, la gran mayoría, los mismos.
La gran mayoría de las decisiones de AMLO muestran que uno es el político en campaña, que dice lo que cree que los electores quieren escuchar, y que otro es el gobernante en el poder, que hace lo que cree le ayudará a consolidar su poder. En campaña era prudente abogar por la separación entre el poder político y el económico. En el poder resulta prudente estrechar, por las buenas (zanahorias) o por las malas (palos), los lazos entre ambos poderes.
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