Niños en prisión

margarito
Ricardo Homs

En México hay 339 niños menores de seis años de edad en prisión, conviviendo con sus madres, reclusas.
Un niño que sus primeros años de vida, por azares del destino convierte la cárcel en su primer hogar, ¿qué percepción tendrá sobre la vida y sobre la sociedad cuando llegue a la edad adulta?.
Esta es una muestra del olvido en que el Estado Mexicano y la sociedad tienen al sistema carcelario, el cual se ha convertido en un submundo y un infierno dantesco. Ha estado faltando sensibilidad humana.
De acuerdo con el manejo rococó de nuestro idioma, el Estado Mexicano desde hace varios años ha calificado a las cárceles como “centros de readaptación social”. Sin embargo, todo es palabrería hueca puesto que no existe un planteamiento que permita este objetivo y al contrario, la extorsión de parte de custodios y autoridades carcelarias y la falta de justicia dentro de los reclusorios donde prevalece la ley del más fuerte, estimula el resentimiento, que es lo opuesto a la readaptación social.
Castigar a un niño pequeño dándole una cárcel por hogar es condenarlo a que de adulto se haga a la idea de que ese lugar tan familiar para él es su destino.
Alejar a los niños de su madre porque están recluidas equivale a negar a los pequeños el cariño, que es importante para un sano desarrollo, pero dejarlos viviendo ahí significa establecer un vínculo con ese lugar.
Entre ambas opciones, la menos mala es dejarlos cerca de la madre.
Sin embargo, la mejor solución sería crear un modelo carcelario especial para reclusas con hijos pequeños, ambientados estos penales de forma diferente y con infraestructura para que los niños convivan entre sí y tengan atención psicológica, tanto ellos como sus madres.
Es necesario crear un lugar menos agresivo que realmente cumpla el objetivo de la readaptación social para las madres y que no deje huellas sicológicas para los niños.
De esto nos hemos enterado gracias a una institución filantrópica civil, -o sea no gubernamental-, que se ha propuesto dignificar en lo posible el trauma carcelario de los reclusos y haciendo trabajo social dentro de las cárceles, descubrió este sensible y muy humano problema.
¿Este no debiese ser un objetivo del DIF nacional, promoviendo la creación de este nuevo modelo carcelario?.
Sin embargo, olvidándonos del pasado ¿este no sería un excelente momento para que el DIF decidiera resolver esta problemática social?.
Un solo centro carcelario con la infraestructura deseable podría integrar a todas las reclusas del país y daría una oportunidad de tener una vida digna a esos niños encarcelados sin tener culpa.
Mientras tanto, Reinserta un mexicano AC, (www.reinserta.org) está trabajando para resolver problemas de la población recluida injustamente. Es la sociedad trabajando para remediar lo que los funcionarios públicos responsables del sistema penitenciario no hacen.
E-mail: ricardo.homs@usa.net