Hace unos días lamentamos, corrijo, “celebramos” el centenario de la Constitución Mexicana y no obstante de la promulgación de una de las Constituciones más apegadas al Comunismo, la de la CdMx. No debieron o deberían de ser estos días de festejo sino de pesar y reflexión.
Porque es en serio cuando decimos que urge una verdadera Constitución breve, clara, sencilla y concisa; equitativa y justa; que en verdad garantice los únicos derechos humanos, Vida, Libertad y Propiedad; donde se empodere al ciudadano ¡Sí! Que ayude a eliminar la impunidad y corrupción, que reduzca la pobreza y mejore el libre acceso a sectores como la salud y la educación, pero sobre todo que proteja a los ciudadanos desde las pequeñas hasta las grandes injusticias. Que no esté a merced de reformas constantes, necias; con límites al poder del estado (dejando así un gobierno mínimo), donde éste no intervenga en cuestiones económicas; sin ese exceso de impuestos y reglamentaciones, que no sea contradictoria y lo mejor, que realmente defienda los derechos individuales.
Entonces ¿Dónde quedaron esas Constituciones que iban a hacernos más prósperos, erradicarían la pobreza, nos harían más libres, o quitarían de una vez por todas el autoritarismo? ¡Claro que nos han mentido! Ojalá se hubiera rescatado o aprendido algo de nuestra vieja pero grande y liberal Constitución de 1857.
Porque lo único que nos ha dejado este trago amargo, son solamente golpes a los derechos individuales, impedimentos para la inversión productiva y un claro debilitamiento como país. Bien que lo había advertido Montesquieu, “Las leyes inútiles arruinan a las necesarias” ¿No cree que así nos pasó con ambas Constituciones?, ¿con la invención de “derechos” ficticios?
Ahora bien, qué podríamos alegar con respecto a los mentados “Derechos Sociales” que no sólo están en la Constitución Federal, sino en la de la Ciudad de México (Constitución que es un cáncer maligno), entre más leí que a todo le tacharon de “derecho”, más me dio rabia. Lo que tenemos que aprender, mínimo, de este gran error y retroceso es lo siguiente: ¡NO EXISTE EL “DERECHO” AL AGUA, A LA ALIMENTACIÓN, NI AL TRABAJO O A LA SALUD Y MUCHO MENOS A LA VIVIENDA!
En ningún caso se trata de derechos, sino de NECESIDADES, relacionadas con derechos pero sin serlo. O sea, mi “derecho” a (cualquiera de los antes mencionados y otros que usted quiera inventar), es derecho a la libertad para trabajar y conseguirlos, derecho a tener la propiedad de los mismos.
Perfectamente lo dice Juan M. Blanco, “No se trata de promulgar más leyes sino de derogar una buena parte de las existentes. Que queden pocas, claras y sencillas” ¡Lástima y lastima, que los “legisladores”, los “constituyentes” no asimilaran estas palabras!
Estos “derechos sociales” sólo justifican la existencia del maldito Estado Benefactor, que no pasa de ser el gobierno, que obliga, a que “A” beneficie a “B” y que no deja de ser una injusticia, porque la única ayuda moralmente justificable, y por ello legalmente aceptable, es la que “A” le brinda VOLUNTARIAMENTE a “B”.
Y esto, ni más ni menos, es a lo que obliga el gobierno redistribuidor, a tener como pretexto, los “derechos sociales”, para la práctica del robo legal, que es igual a la redistribución gubernamental del ingreso. Entendamos, pues, y lo repito, los ÚNICOS derechos son: Vida, Libertad y Propiedad, no otros.
Recordémosle, pues, a nuestros gobernantes y a nosotros mismos dos puntos clave:
1.- ¡Los derechos se respetan y reconocen, no los da y obsequia un gobierno!
2.- Evitemos hacer crecer más este “populismo constitucional” que sólo nos está llevando a un enorme retroceso.
“Josué Segura, miembro fundador de México Libertario, estudiante de Derecho en la UNAM, colaborador en publicaciones, crítico político liberal.”
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