RESERVAS, LA TENTACIÓN

PESOS Y CONTRAPESOS
Al pasado viernes 13 las reservas internacionales del Banco de México sumaron 194 mil 361 millones de dólares (el máximo histórico se alcanzó el 30 de enero de 2015 en 196 mil 010 millones), reservas del banco central que, para algunos, son una tentación que los lleva a proponer posibles usos de las mismas, por ejemplo, para que el gobierno liquide deuda externa o para que ayude a los más necesitados, por citar dos de las propuestas más socorridas.
Lo primero que hay que decir es que las reservas internacionales del Banco de México son, no de los mexicanos, no del gobierno, sino del banco central, por lo que nadie, más que las autoridades monetarias, pueden decidir qué hacer con ellas, y no según lo crean más conveniente, sino conforme lo establecido en la Ley del Banco de México, artículos 19 y 20. De entrada no pueden usarse, ni para liquidar deuda externa, ni para ayudar a los más necesitados. Si ello fuera posible el gobierno tendría que comprarle los dólares al Banco de México, por lo que pagaría en pesos los dólares así obtenidos. El uso de esas reservas no le saldría gratis al gobierno (y tampoco a los contribuyentes).
Para algunos las reservas internacionales del Banco de México son una tentación, que los lleva a proponer determinados usos de las mismas, tal y como fue el caso, recientemente, del director de finanzas de Pemex, Alberto Velázquez, quien pidió que se analicé la posibilidad de que el banco central destine parte de esas reservas a la compra de bonos de la empresa petrolera, petición que fue calificada como “excelente propuesta” de parte de la secretaria de Energía, Roció Nahle, posibilidad que resulta, si se respeta la ley, comenzando por la Ley del Banco de México, imposible.
Según el artículo 20 de la Ley del Banco de México las reservas de dólares del banco central podrán invertirse en “títulos, valores y demás obligaciones pagaderos fuera del territorio nacional, considerados de primer orden en los mercados internacionales, denominados en moneda extranjera y a cargo de gobiernos de países distintos de México, de organismos financieros internacionales o de entidades del exterior, siempre que sean exigibles a plazo no mayor de seis meses o de amplia liquidez”, condiciones que no cumplen los bonos de Pemex. De entrada dos de las principales calificadoras, Moody´s y Fitch Ratings, los califican como “bonos chatarra”, distando mucho de ser “de primer orden en los mercados internacionales”. Y esto de entrada, porque de salida PEMEX no es una entidad del exterior y habría que ver si estaría dispuesta a contraer deuda a un plazo no mayor de seis meses y, si fuera el caso, cómo le haría para pagar fuera del territorio nacional y hacerlo en dólares no en pesos.
La propuesta de Velázquez, aplaudida por Nahle, no pasa de ser una ocurrencia.
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