SALARIO MINIMO, EL PRIMER ERROR (Tercera de cinco partes)

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Arturo Damm Arnal

PESOS Y CONTRAPESOS
Para que un padre de familia, con tres dependientes económicos, consiga satisfacer sus necesidades normales en los órdenes material, social y cultural, tal y como se señala en el artículo 123 constitucional, tendría que percibir un salario mínimo diario de 356.35 pesos, 387.9 por ciento mayor del que percibe: 73.04 pesos. ¿Cómo es posible que el salario mínimo esté tan rezagado en relación al objetivo que, según la Constitución, debe conseguirse?
Muchas pueden ser las respuestas, y una de las más socorridas tiene que ver con los tiempos de la inflación, sobre todo de la década de los ochenta del siglo pasado, tiempos en los cuales, de manera irresponsable, se contuvo el alza de los salarios con el fin de no generar más presiones inflacionarias de las que ya se generaban, como si el alza de los salarios, comenzando por los mínimos, fuera la causa de la inflación, hipótesis que, de manera inexplicable (¿irresponsable?), ha revivido recientemente el Banco de México. En esa contención se encuentra, ésta es la respuesta más socorrida, el enorme rezago de los salarios mínimos con relación al fin que, según la Constitución, deben cumplir: permitir que un padre de familia satisfaga sus necesidades normales en los órdenes material, social y cultural.
Pero más allá de esta explicación (que en términos generales es cierta), hay un problema de fondo, que yo llamo el primer error con relación al salario mínimo, y que consiste en proponer, y el artículo 123 constitucional no deja lugar a dudas, que al trabajador se le remunere según sus necesidades, lo cual resulta imposible e indeseable. Imposible porque a la gente se le paga por lo que hace, no por lo que necesita. Indeseable porque si a la gente se le pagara según necesidades, ¿para qué tomarse la molestia de trabajar?
Lo que dice el artículo 123 constitucional en torno al salario mínimo es un disparate, del cual muchos políticos se cuelgan para, partiendo del rezago señalado, proponer aumentos. Es el caso de Miguel Mancera.
Continuará.
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