Una lección sobre la riqueza y la movilidad

A través de los siglos, la riqueza y la forma en que las personas la atesoran ha evolucionado. Hoy en día es mucho más fácil moverla hacia otros activos o latitudes. A veces basta un click para transferir los ahorros e inversiones a un país que ofrezca mejores condiciones para el capital. Ya no es como en la Edad Media, en la que la riqueza del señor feudal consistía en cuántas tierras poseía y con cuántos siervos contaba para trabajarlas. Además de que su riqueza siempre tenía el riesgo de ser confiscada por el rey o gobernante en turno.
Esto es algo que los políticos no pueden (o no quieren) entender. Entre más restricciones a las libertades pongan, alentarán cada vez más la migración de la riqueza y todo lo que conlleva: menos inversión, empleos, comercio, menos generación de riqueza y, en consecuencia, más pobreza.
Y el éxodo de la riqueza se acentúa en estos tiempos. De acuerdo con un reporte de Bloomberg, 108,000 millonarios dejaron sus países de origen en 2018. Las naciones que más personas ‘expatriaron’ son: China, Rusia, India, Turquía y Francia. De los primeros cuatro podemos entender que las personas más acaudaladas salen de regímenes semi (o completamente) autoritarios, mientras que en Francia su régimen fiscal tiene gravámenes muy altos para las personas con más ingresos.




Por el contrario, los países que más millonarios reciben son Australia, Estados Unidos, Canadá, Suiza y los Emiratos Árabes Unidos. En el primer caso, la isla tiene a su favor una economía estable, sus lazos comerciales con Asia y que no existe el impuesto a las herencias. En Estados Unidos, persiste su imagen como el país de las libertades y una mayor facilidad para los negocios.
Sin embargo, muchas de esas personas pueden encontrarse con una sorpresa desagradable. Nuestro amigo Simon Black, del blog Sovereign Man, opina que en Estados Unidos crece la corriente política que castiga la riqueza, desde demócratas tradicionales como Elizabeth Warren, hasta los “camaradas” Alexandria Ocasio-Cortez y Bernie Sanders.
“Si estos inmigrantes ricos permanecen en los Estados Unidos por unos pocos años más, encontrarán que el país se está convirtiendo rápidamente en lo que dejaron atrás: una nación profundamente sospechosa y resentida con la gente rica”, apunta Simon Black.
Algunos ejemplos son las declaraciones del alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, que dijo que la riqueza en la ciudad está en las “manos equivocadas”. La “reina bolchevique” (como la llama Black) Ocasio-Cortez encabezó la oposición contra una inversión en Amazon que habría generado 25,000 empleos, mientras que el ya citado Bernie Sanders propuso impuestos patrimoniales sorprendentemente altos, al igual que los impuestos a la herencia.
“Estos inmigrantes ricos que huyeron de los locos impuestos de Europa podrían darse cuenta pronto de que saltaron de la sartén y se lanzaron al fuego…”, advierte Simon Black.




Y no podríamos estar más de acuerdo con él. Lo vemos cada vez más en el mundo, también en México, cómo es demonizada la riqueza y se trata de confiscar una mayor parte de ella a través de los impuestos, así como un intervencionismo más intenso del estado en los negocios y en la toma de decisiones de las personas.
La gente más acaudalada es la que tiene también más herramientas y asesoría a su alcance para mover su riqueza a destinos más amables. Por el contrario, las clases medias y bajas están más expuestas y son quienes terminan afectadas por estas políticas que prometen la “redistribución de la riqueza”, mientras que las tareas prioritarias del gobierno (estado de derecho e impartición de justicia) quedan olvidadas.
Pero la lección de todo esto es que la riqueza es mucho más móvil que antes. No importa si el patrimonio que se posea es grande o chico, hay alternativas para preservar su valor. Simon Black nos da algunos consejos, como contar con un segundo pasaporte o adquirir una doble nacionalidad por si es necesario emigrar en algún momento. Hay muchas formas de hacerlo, por ejemplo, en Estados Unidos se puede optar por una visa de inversionista que, por cierto, son muy codiciadas por los chinos.
“La capacidad de ser ágil y móvil es importante en un Plan B (cualquiera que sea)”, resalta nuestro amigo Simon. Y la agilidad se extiende también a las inversiones, contando con un portafolio diversificado y que agregue valor a las inversiones. Por ello es imperativo contar con información de calidad para tomar las decisiones más adecuadas. Es mejor proteger la riqueza que tanto trabajo costó generar de aquellos que quieran confiscarla.
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