El peor temor de China en la guerra comercial se vuelve realidad

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Después del recrudecimiento de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, ambas potencias se alistan para volver a la mesa de negociaciones en octubre y, de acuerdo con reportes periodísticos, Beijing habría sido el primero pedirlo. Esto se debe a que la economía asiática ya está sintiendo los estragos de esta disputa. Como ya hemos comentado en entregas anteriores, China tiene menos margen de maniobra para imponer sanciones pues le vende mucho más de lo que compra a Estados Unidos.
Una muestra de que los embates de Washington ya tienen consecuencias está en el dato de las exportaciones chinas, que cayeron un 1% en agosto. Puede no parecer una baja considerable, pero para un país acostumbrado por años a que sus exportaciones se incrementaran a doble dígito, es una señal de alarma.
Por ello resurge el interés de China para volver a las negociaciones. “Ahora parece que el optimismo de los acuerdos comerciales está de vuelta en el aire. Se anunciaron nuevas conversaciones formales entre Estados Unidos y China para el próximo mes, e incluso hay fuentes chinas de alto nivel que sugieren que podría ocurrir un avance en esas reuniones”, dice Jake Novak en un artículo para CNBC.
Sí, las exportaciones están bajando, pero ¿esa es la única razón por las que a los chinos les entró la “urgencia” por reunirse de nuevo?
“No es la nueva ronda de tarifas que entró en vigencia; llevamos más de un año jugando la guerra arancelaria de ojo por ojo. No son los informes económicos; han estado demasiado mezclados últimamente para forzar movimientos dramáticos. Ni siquiera es decisión del administrador de Hong Kong, Carrie Lam, retirar por completo el controvertido proyecto de ley de extradición continental; Todavía no está claro si los disturbios de Hong Kong se verían afectados de alguna manera por un acuerdo comercial”, acota Novak.
La palabra clave, a decir del especialista, es: desacoplamiento
El diario de negocios Nikkei informó el 28 de agosto que Google está cambiando su producción de teléfonos inteligentes Pixel a Vietnam desde China a partir de este año, y que la compañía también está buscando cambiar parte de su conjunto de altavoces inteligentes para el hogar a Tailandia.
En otras palabras, las empresas están empezando a irse de China, algo sin duda mucho más grave que los aranceles.




“No es que Google sea la primera compañía con sede en Estados Unidos en anunciar un cambio de China; más de 50 grandes se han mudado o reducido su producción. Pero no se puede ignorar el momento de los planes informados por Google y cómo parecen haber afectado a Beijing”, agrega el articulista de CNBC.
Pero esto no significa que Estados Unidos necesariamente está “ganando” la guerra comercial, pues los aranceles que impuso los pagarán los consumidores y no volverán los empleos desde lejano oriente hacia tierras americanas.
“Es importante tener en cuenta que el desacoplamiento, incluso si la tendencia continúa, no es necesariamente una fuerza alcista para la economía estadounidense. No significa que habrá un aumento en los empleos estadounidenses, como lo deja claro Google al mudarse a Vietnam y Tailandia. Los aranceles sobre los productos chinos tampoco están enriqueciendo a Estados Unidos o haciendo crecer directamente nuestra economía, sin importar lo que diga la Casa Blanca”, resalta Novak.
También añade que, incluso si la economía de China no estuviera tan cerrada a tantos bienes y servicios estadounidenses, durante mucho tiempo se ha argumentado que Estados Unidos necesita diversificar sus fuentes de importación. Si bien encontrar esas nuevas fuentes no necesariamente haría nada para disminuir los desequilibrios comerciales de Estados Unidos, reduciría los riesgos de una interrupción importante en la economía de EU, basada en disputas u otros problemas relacionados con un solo país extranjero.




Es decir, los beneficios para Estados Unidos son más de seguridad nacional que económicos. Para China, las tarifas ya no son un problema, sino que otras compañías muevan sus inversiones y producción hacia otros territorios. México debería aprovechar esta contrariedad para atraer más inversiones extranjeras, las ventajas ya las tenemos: somos una economía conectada a la estadounidense y cuyos productos cruzan la frontera todos los días. Por eso muchas empresas automotrices y de electrónica tienen su producción aquí.
Sin embargo, desde antes que tomara la Presidencia, López Obrador mandó una pésima señal al exterior al decir que cancelaría el aeropuerto de Texcoco, respaldando su decisión en una consulta “patito”. Las consecuencias ahí están, con una inversión privada estancada y cero crecimiento.
Eso significará que estaríamos perdiendo una gran oportunidad frente a la competencia global de otros países asiáticos que, sí están haciendo bien las cosas. Lamentablemente, en este río revuelto que significa la guerra comercial entre las dos potencias más grandes del mundo, no podemos usar la situación a nuestro favor.
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