México: ¿estamos quebrados?

Lea el artículo anterior. Es el estúpido, ¡no la economía!
El año pasado la economía sufrió una recesión “leve” que tuvo a los economistas afines al régimen haciendo grandes esfuerzos para explicar por qué “no había recesión”. Puras mentiras.
Si bien las últimas tres o cuatro décadas nuestro país ha crecido a tasas mediocres con grandes altibajos en el camino, todo indica que la peor crisis de nuestra historia económica está todavía por delante.
Sí, es cierto que una serie de sucesos desafortunados que iniciaron con la elección de López Obrador en 2018, anticipaban una tormenta, pero algunos albergaban esperanzas de que, con su ascenso al poder, el tabasqueño se moderaría. No sucedió.
En esta columna nunca estuvimos tan optimistas. De hecho, desde la cancelación oficial del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en 2018, se confirmaron nuestros temores. Ese evento marcó un antes y un después, el fin definitivo de un ciclo de magro crecimiento y frágil estabilidad, para dar inicio a uno de decadencia económico-financiera y de decadencia social de larga duración.
En ese proceso de deterioro estábamos, cuando nos cayó la crisis global por el brote de Covid19, y la inevitable debacle a la que íbamos a llegar en el sexenio, se precipitó de pronto.
Hace unos días, López Obrador aseguró que la crisis le vino “como anillo al dedo”. Ni duda cabe. Si por algo se ha caracterizado la mal llamada “4T” es por echar culpas a otros por sus errores, y en este caso, la epidemia de coronavirus es la explicación perfecta para “lavarse las manos” por su fracaso económico y social.
¿Qué sigue? Para responder me remito a la reciente extinción de fideicomisos públicos decretada por el presidente.
Dichos fideicomisos sin estructura orgánica se han creado a lo largo de los años con el propósito de administrar recursos puìblicos para diversos fines específicos, y apoyar a las dependencias y entidades en el cumplimiento de sus funciones. Ya no más.
Según López Obrador los recursos que podriìa allegarse (apropiarse) con esa extinción, ascenderían hasta 251,000 mdp, que deberán ser integrados este mes a la Tesorería de la Federación y serán utilizados para mantener los caprichos presidenciales de derroche en estos tiempos de crisis y recesión.
Muchas voces han expresado su preocupación porque, a diferencia de otros países, México no ha lanzado ningún programa o acción relevante para contener los devastadores efectos de la crisis sanitaria y económica por Covid19. Ahora sabemos que ni los habrá.
Las críticas más fuertes han sido en el sentido de la ausencia de apoyos e incentivos fiscales para las empresas, a las que lejos de ayudar, se les ha pedido que continúen pagando a los empleados a pesar de que la mayoría de las actividades económicas han parado en seco, y por si fuera poco, se les ha “invitado” (amenazado) a que cumplan puntualmente con el pago de sus impuestos.
Pese a sus demandas, le aseguro que no habrá apoyos a las empresas, pero no sólo porque AMLO no quiera, sino porque su gobierno de plano no puede darlos.
Con el brutal desplome de los precios del petróleo y de las actividades productivas, la caída de los ingresos fiscales será tremenda.
En este sentido, dar “incentivos fiscales”, que implican todavía menos ingresos para el gobierno, sería un suicidio.
No. Es imposible que haya apoyos a las empresas si antes no hay un recorte MASIVO del presupuesto gubernamental, algo que por desgracia, no sucederá. AMLO no quiere gastar menos, sino más, y ya se vio en el Informe de ayer.
Sólo con un recorte presupuestario sería financieramente viable que el gobierno recibiera menos ingresos para entonces pensar en dar beneficios fiscales a las empresas. Antes, no. Como eso no sucederá, y en cambio, el presidente buscará dinero hasta “debajo de las piedras”, cada día México se acercará más a la quiebra.
¿Qué más querrá apropiarse AMLO una vez que se acabe el dinero de los fideicomisos? Eso ya es lo de menos.
A este paso, y con las perspectivas negativas que prevalecen para el país en todos los frentes, sólo es cuestión de tiempo para que -además de la economía y las finanzas-, empeoren también la inseguridad, la depreciación cambiaria, la inflación, las tasas de interés, y la crisis en el sector salud. El tiempo de salvar a México se está acabando.
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