Miedo y ambición.

Lea el artículo anterior. ¿Rápida recuperación económica tras Covid-19?
Las emociones mueven las acciones y decisiones de las personas no sólo en los mercados, sino en toda su vida. Cuando esos sentimientos están al mando, las razones pasan a segundo plano.
Eso explica el desplome económico que ha producido la pandemia de coronavirus, que provoca una enfermedad que, aunque sea muy contagiosa, no alcanza los niveles de mortalidad de otras enfermedades y causales de muerte que ni siquiera llaman la atención de la opinión pública.
Dicho de otro modo, no hay una razón lógica ni para el Gran Confinamiento, ni para el paro en seco de la economía mundial, y en consecuencia, tampoco para el desplome bursátil y de activos de riesgo que ha arrastrado a las materias primas y divisas de países en desarrollo -como el peso-.
Como ya es demasiado tarde para remediar todo lo anterior, y la causal de origen ha sido la pandemia de Covid-19, ahora el discurso quiere cambiarse al del optimismo.




La “lógica” es que si el nuevo virus provocó la debacle, una vez que pase el famoso “pico” de contagios -como parece estarse alcanzando en Estados Unidos-, las cosas comenzarán a normalizarse y todos volveremos al mundo como era antes. NO será así.
Puede echarse la economía por la ventana, pero para volver a subir, tiene que hacerlo por las largas y cansadas escaleras.
Por eso el optimismo que ha impulsado un rally (alza) de los mercados burstátiles estadounidenses (los más importantes y referenciales del mundo) que acumula una racha de dos semanas, no es más que un espejismo.
Podemos llamarle a este “el rebote de las falzas esperanzas”




Ese mismo rebote es el que ha hecho al peso mexicano recobrar algo del terreno perdido frente al dólar, desde su máximo histórico de 25.75 pesos, y que aunque podría prologarse, no será una recuperación real ni definitiva.
El daño que los “planificadores centrales” han hecho a la economía global al detenerla el seco, es irreparable en el corto plazo. Quizás en países como México nos tome el resto de la década alcanzar los niveles de por sí ya malos que teníamos en 2019.
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Lea el artículo siguiente. Reabrir la economía, aunque urgente, no será suficiente.