Reabrir la economía, aunque urgente, no será suficiente.

Lea el artículo anterior. Miedo y ambición.
Millones de negocios y empresas de todos tamaños, y con ellos decenas de millones de empleos, se habrán perdido. Acreedores asumiran terrible pérdidas por créditos no pagados, y cuando alcancemos ese punto, el efecto dominó hará desaparecer a decenas de empresas y bancos más en todo el planeta.
El panorama para México es todavía peor, pues las finanzas públicas están prácticamente en quiebra, el presidente tiene tal pánico al endeudamiento, que prefiere ver cómo se derrumba el país ante sus ojos antes que pedir un préstamo al FMI. Nuestra empresa más grande, Pemex, está en ruinas y se “queman” miles de millones de dólares en ella en un intento vano de rescatarla de su inevitable muerte.
Lo anterior, mientras se derrochan los decrecientes ingresos públicos en “programas sociales” y los “elefantes blancos” de la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya el aeropuerto de Santa Lucía.




A todo eso, agréguele que más adelante habrá rebrotes del coronavirus que podrían desatar nuevas olas de pánico y encierro en perjuicio de la salud mental y de la economía de todos.
Esta crisis acelerará además el proceso de automatización en todas las industrias, hará crecer de manera exponencial el comercio electrónico en perjuicio de las grandes cadenas minoristas y de tiendas departamentales, y empujará más hacia el pasado la era del petróleo en beneficio de energías alternativas.
Viene entonces un mundo de negocios más eficientes, con menos empleados y menores espacios demandados para oficinas en beneficio del “home office”.




Es importante mantener la esperanza, pero no quitar los pies de la realidad.
Nada será igual después de esta crisis y entenderlo, lo pondrá un paso delante de quienes anhelan regresar a un mundo que no va a regresar.
Este rebote de los mercados financieros es un espejismo que no debe hacernos creer que volveremos en México, a esos tiempos “lejanos” del dólar a menos de 20 pesos, del centenario a 30 mil pesos, de la onza Libertad de plata a 250 pesos o del bitcoin a 50 mil pesos.
Pero lo pasado ya quedó atrás. Es hora de seguir manteniendo disciplinadamente una estrategia que lo aleje de todo lo que huela a activos en pesos, y lo acerque a la seguridad y prosperidad financieras en los acticos que aquí una y otra vez le hemnos recomendado, en los puntos de entrada que le seguiremos compartiendo a través de nuestro canal privado de Telegram.
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