Pemex y la sinrazón de las refinerías de AMLO

El diario El Economista ha citado esta semana unas declaraciones de Nymia Almeida, analista senior para Pemex de Moody’s, que vale la pena retomar.
De acuerdo con su análisis, Pemex podría perder el grado de inversión que esa empresa otorga, si como ha propuesto el virtual presidente electo Andrés Manuel López Obrador (AMLO), distrae recursos en construir refinerías en vez dedicarlos a la producción de petróleo, que es lo que le reditúa.
El grado de inversión es digamos, la buena calificación que esta firma otorga a las empresas, y que le permite financiarse mejor en los mercados. Pemex está ‘en la rayita’ de perder la nota con ese grado a causa de la enorme deuda que por sí ya carga.
Los inversionistas internacionales utilizan como referencia la calificación de grado de inversión de Moody’s y de otras instituciones calificadoras importantes, como Standard and Poor’s y Fitch, para sus decisiones de fondeo y las tasas que están dispuestos a aceptar por su dinero. Como es lógico, a menor calificación el riesgo para los inversores es mayor, y con ello, también se elevará el tipo de interés que demandarán.
Como recordará, la intención del próximo gobierno de AMLO es que México primero reduzca sus importaciones de gasolina, y eventualmente, con una mayor producción nacional, puedan bajar los precios al público.
Se planea construir dos refinerías y rehabilitar la capacidad de producción de las seis refinerías que ya existen, porque sólo aprovechan el 40 por ciento de su capacidad instalada.
El temas es que según Moody’s, la rehabilitación de las refinerías es financieramente más viable y sería suficiente para satisfacer la demanda de combustibles en el país, por lo que no hace sentido construir nuevas refinerías, que como le digo, comprometerían aún más la viabilidad financiera de Pemex y su grado de inversión.
Sería mejor que la empresa productiva del Estado dedicara ese capital para exploración y producción, que sí le generan ganancias, pues de paso, si Pemex tiene menos ingresos, va a pagar menos impuestos al gobierno, en un momento en el que estará ávido de recursos públicos para cumplir los compromisos de más beneficios sociales que ha hecho AMLO.
A esta crítica y preocupación se han sumado también otras voces como la de Carlos Serrano, economista en jefe de BBVA Bancomer, quien en rueda de prensa dijo que le preocupa que se hagan “inversiones tan cuantiosas en una industria que tiene problemas de eficiencia hoy. (…). Nosotros creemos que es más eficiente seguir importando gasolinas; es mucho más barato”.




Añadió –coincidiendo con Moody’s- que “todos estos recursos pondrían presiones fiscales al Gobierno federal; son recursos cuantiosos que hay que financiar”.
No hay ninguna duda. La ocurrencia nacionalista de AMLO, económicamente, es un sinsentido.
Aquí hemos dicho, que la promesa económica más importante del próximo gobierno es la de no tener déficit fiscal, para con ello evitar que aumente más la deuda neta del sector público federal, que se ha disparado en este sexenio, y que al segundo trimestre de este año asciende ya, a 10 billones 578 mil 140.7 millones de pesos, equivalentes al 44.45por ciento del PIB.
Por eso debe pensarse y actuar con cuidado, ya que decisiones como la de construir refinerías no son en absoluto viables para la estabilidad económica del país, que es indispensable para que cualquier mejora social que se consiga, sea perdurable, y no termine perdiéndose más tarde en otra gran crisis.
Estoy seguro que los calificados asesores económicos de AMLO son capaces de ver eso, pero no lo estoy de que sean capaces de convencer a su jefe de que, su ocurrencia nacionalista, es una pésima idea. ¿Qué opinión se impondrá? Haga sus apuestas.
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