Venezuela remata su oro… ¡por comida!

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La profunda crisis económica por la que pasa Venezuela ha llegado a tal punto, que está exportando su oro de forma semi clandestina hacia Turquía para financiar un polémico programa de alimentos subsidiados para las familias venezolanas.
El Departamento del Tesoro estadounidense denunció el pasado 25 de octubre que el régimen de Nicolás Maduro exportó 21 toneladas métricas de oro y, a la vez, más empresas turcas participaban en el polémico programa del Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), que reparte cajas de comida para combatir la escasez de alimentos en el país.




La dependencia estadounidense dice que estas exportaciones son un saqueo a Venezuela, pues el metal áureo sale sin ser procesado ni auditado y no vuelve a su país de origen.
El gobierno saca el oro del proyecto Arco Minero del Orinoco y lo envía a Turquía para evadir las sanciones que Estados Unidos puso al país y a funcionarios. A su vez, el gobierno de Erdogan utiliza el oro para financiar a Irán, país también acorralado por restricciones comerciales impuestas por Washington, y que enfrenta una brutal devaluación de su moneda.
Aunque es la primera vez que el Departamento del Tesoro norteamericano se pronuncia sobre estas exportaciones clandestinas de oro, desde hace meses estos movimientos hacían evidente el acercamiento entre Nicolás Maduro y Recep Tayyip Erdogan, que tienen en comur el encabezar regímenes autoritarios.
Hasta hace poco, las cajas del programa CLAP estaban provistas de alimentos procedentes de México, pero al desbaratarse una red de corrupción entre el gobierno venezolano y proveedores, los productos turcos se están volviendo parte de la dieta de los venezolanos más necesitados. Misma corrupción, pero con nuevos proveedores.




La situación de Venezuela es la paradoja del Rey Midas: tiene oro, pero se está muriendo de hambre. Literalmente, tiene que canjear este metal precioso por comida, debido al desplome de la economía, dependiente de las exportaciones de petróleo, y necesitada recursos en esta crisis que, desde hace mucho, ya es una emergencia humanitaria que provocado un éxodo masivo.
Mientras otros países, como China, acumulan más oro, el régimen socialista de Venezuela lo tiene que rematar para financiar programas asistencialistas que primero que nada, benefician a una corrupta red de funcionarios, luego a sus militantes, y al último, llega a cuentagotas a los que más lo necesitan.
No cabe duda que cuando un gobierno planifica la economía, el único resultado es la destrucción de la misma, pues se dilapidan recursos y se hunde a la población en la pobreza. Esta es una seria advertencia que no debemos ignorar: quien pretenda controlar y/o “mandar” sobre los mercados, se está disparando -no en el pie-, sino en la cabeza.
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